La educación y la figura de profesores y maestros ha sido un tópico muy vinculado al cine. En entregas anteriores ya he abordado esta temática de maestros queridos en situaciones difíciles: La lengua de las mariposas, La educación en tiempos difíciles, La importancia del factor humano en la educación, Las profesoras de piano e incluso recuerdo la figura de un profesor chiflado.
En fin, desde “Esta tierra es mía” (1943), de J. Renoir, interpretada por Ch. Laughton; a, “El club de los poetas muertos” (1989), de P. Weir, con Robin Williams, el cine ha retratado, con una sensibilidad no exenta de aplomo, a profesores comprometidos con su trabajo, enemigos de la censura y, siempre, preocupados por sus alumnos.
A este grupo de educadores creyentes de que la cultura nos hace libres e independientes se une el de Antoni Benaiges, que interpreta Enric Auquer, en un biopic que nos demuestra, una vez más, que la Guerra Civil es un tema inagotable.
Entonces, hoy me referiré a dos películas sobre maestros de los que no se olvidan, que quedan grabados en la mente y el corazón de sus alumnos. Tal el caso del estreno: El maestro que prometió el mar (2023), de P. Font; y la sensacional película de Jean Renoir: Esta tierra es mía (1943). Ambas historias encuadradas en sendas guerras: la guerra civil española, en la primera; y la segunda, durante la II Guerra Mundial.
EL MAESTRO QUE PROMETIÓ EL MAR (2023). Con una Ariadna (Costa) yendo a descubrir a los ancestros que su abuelo, postrado en silla de ruedas y desorientado, busca desde hace mucho tiempo, comienza esta película. Viaja Ariadna dejando a su pequeña hija con su madre y decidida a ayudar al yayo. Busca al padre de su abuelo, perdido en una de tantas fosas comunes de la guerra civil. En el pasado, ese bisabuelo fue un niño que aprendía a leer y mucho más, gracias a un maestro excepcional y carismático.
Viaja la joven a Burgos, donde están exhumando una fosa común en la que podría haber restos de su antepasado. Estando allí conoce la historia de Antoni Benaiges (Auquer), un joven maestro catalán de Montroig (Tarragona), personaje real y que en aquellos difíciles tiempos de nuestra guerra, fue el profesor de su bisabuelo en el pueblo burgalés de Bañuelos de Bureba.
Esta cinta tiene de meritorio, entre otras, haber recuperado la memoria de este docente, Antoni Benaiges i Nogués (1903-1936), un joven muy influenciado ya desde su familia, en la moderna pedagogía de la Institución Libre de Enseñanza, ideas que tienen su fundamento en el desarrollo natural del niño. Esta educación debía potenciar un descubrimiento guiado a través de la expresión libre, el intercambio y el debate de ideas. Uno de sus pilares didácticos era el uso de la imprenta en el aula, según el método pedagógico de Célestin Freinet, a través de la cual los estudiantes creaban e imprimían sus propios textos. Aquellos alumnos eran entusiastas de Antonio, y sus clases eran un espacio importante y a la vez divertido, de aprendizaje y formación.
Socialista, fue uno de los más destacados articulistas del semanario de izquierdas La Voz de la Bureba. En el verano de 1936, la mayoría de estos articulistas, él incluido, fueron fusilados por los falangistas y acabaron en la fosa burgalesa de La Pedraja. Fue, así, el primer maestro freinetista fusilado en España.
La memoria del maestro Antonio Benaiges, como recoge la cinta, ha quedado asociada y popularizada por la intención que tuvo de llevar a sus alumnos a conocer el mar (de ahí el título de la película).? Juntos elaboraron un cuaderno colectivo en enero de 1936 titulado "El mar. Visión de unos niños que no lo han visto nunca" y en él podían leerse descripciones infantiles como «El mar será muy grande, muy ancho y muy hondo», o un simple «el mar será...»
Benaiges dejó escrito en su cuaderno: “Y la fantasía de unos niños que suben y bajan / la loma sólo la loma, la ingrata loma, disparose / hacia lejanía para hundirse en la vastitud
líquida, misteriosa, sublime... También ellos, los niños, / saben del mar sin haberlo visto nunca”.
Segundo largometraje de la directora Patricia Font, estupendo trabajo, buen guion de Albert Val (adaptación de la novela homónima de Francesc Escribano), y el alumbramiento de una obra interesante cinematográficamente y como alumbramiento de una figura anónima en el terreno de la docencia, un hombre consecuente con sus ideas y un gran pedagogo, malogrado por la saña y la crueldad de nuestra guerra, pero que dejó hondo recuerdo en sus alumnos.
El reparto está muy bien con un Enric Auquer que interpreta a Antonio con una delicadeza y una ternura conmovedora (para mí lo mejor) y Laia Costa, que sobresale menos y que más bien parece enojada o de mala uva toda la película; o sea, me parece que la actriz no casa bien con la historia. Muy bien otros actores y actrices como Luisa Gavasa, Ramón Aguirre, Milo Taboada, Nicolás Calvo o Alba Aguilera. Buena la música de Natasha Arizu del Valle y mejor la fotografía de tono amarillento de David Valdepérez.
Película que a veces peca de tintes melosos, contando una historia muy triste y terrible. Una cinta a la que no le falta belleza. Es difícil no quedar en silencio ante un ejercicio de memoria luminoso y sin duda necesario.
ESTA TIERRA ES MÍA (1943). Albert Lory (Laughton) es un maestro de escuela en una ciudad de un país indeterminado ocupado por el ejército Nazi durante la II Guerra Mundial. Está enamorado de su compañera de trabajo y vecina, Louise Martin (O’Hara), que es también maestra.
Albert se siente fracasado por su incapacidad para declararle su amor a Louise, por cobardía y cortedad. Este retraimiento y desaliento es también motivo de burla por parte de sus propios alumnos. Para peor, Louise mantiene una relación con un hombre llamado George Lambert (Sanders). Mientras, Albert vive con su posesiva madre.
Por una serie de sucesos, nuestro maestro es detenido por los soldados alemanes y el comandante germano, Mayor Erich von Keller (Walter Slezak), le propone un acuerdo. Debido este acontecer y otros sucesos, el carácter de Albert cambia y acaba demostrando una sorprendente valentía frente a los invasores.
Estamos ante un drama sobre la ocupación nazi y la resistencia de los habitantes de un pequeño pueblo. Un gran trabajo del director Jean Renoir (autor también del guion junto a Dudley Nichols), que pone el acento en el tímido protagonista, el pacífico maestro que acaba convertido en un héroe para sus alumnos, por defender la libertad y la dignidad del pueblo.
Película que recibió el Oscar al mejor sonido en 1943. Fue elogiada por la crítica por su mensaje antibelicista y su declaración por la libertad de los hombres y de los pueblos. Destaca el discurso final de Lory como uno de los mejores momentos de la historia del cine por su inspiración y su fuerza.
Famosa escena:
Imponente la formidable interpretación de Charles Laughton que da vida al personaje de Albert Lory con una sutileza y brillantez difíciles de ver en la gran pantalla. Le secundan una bonita Maureen O’Hara, George Sanders muy bien y bien también Walter Slezak.
La película es igualmente un alegato a favor de la educación y la cultura como armas contra la tiranía y la opresión. El personaje de Lory es un amante de los libros y la literatura, que enseña a sus alumnos a pensar por sí mismos y a cuestionar la propaganda oficial. Muestra la cinta cómo, el conocimiento y la palabra pueden ser armas más poderosas que los ejércitos invasores. El que empezó siendo un maestro sin carácter, acaba como un docente respetado y admirado por sus discípulos.
Esta segunda película del parisino Jean Renoir en tierras americanas es un gozoso y trágico tributo a los héroes anónimos.