Cuando el bostezo se adueña de una plaza de toros, el respetable tiende a distraerse mirando a los tendidos. Alamares también cayó en la tentación de perder la vista a lo que sucedía en el ruedo y aunque la vista me falla -cosas de la edad-, vislumbré dos alzacuellos en el palco de ganaderos. Dos curas con su indumentaria gris y el preceptivo cuello clerical presenciaron la corrida. Supongo que alguno será el capellán de la plaza, pero que haya dos, me llamó poderosamente la atención. Quizá fuese petición expresa del empresario Carlos Zúñiga, porque esta temporada va a necesitar encomendarse al todopoderoso para que las cuentas salgan medio decentes porque el cemento abunda en lo que llevamos de temporada.
Y al ver a los dos sacerdotes me acordé de los curas toreros. El primero que se me vino a la memoria fue el difunto Juan García “Mondeño”, que se hizo fraile aunque por poco tiempo. También recordé a don Cesáreo, el cura de Valverde que fue ganadero de reses bravas cuyo hierro torista sigue lidiándose sobre todo en Francia.
Aunque para cura taurino el difunto padre Estudillo, capellán de la Maestranza y “currista” hasta la médula, al que en cierta ocasión le preguntaron cuándo se retiraría Curro Romero, a lo que contestó: “nos retiramos los curas, se retiran los obispos, los cardenales, pero el Papa no se retira… Y Curro es el Papa del toreo”.
Y hablando de Papa, el actual obispo de Roma nombró cardenal a Monseñor Baltazar Porras, un apasionado de la tauromaquia hasta el punto que, al finalizar la eucaristía celebrada en el ruedo la plaza monumental de Mérida (Venezuela) con motivo del 50 aniversario, revestido con su casulla, bajó al ruedo capote en mano y dio varios lances, para sorpresa de los fieles.
Resulta difícil escribir sobre lo acontecido el domingo en la plaza real. La mansada enviada por don Lorenzo Fraile dio al traste con un festejo que a priori quedó cojo por la ausencia de Morante de la Puebla, aunque dignamente sustituido por el torero local Daniel Crespo quien a la postre salió triunfador al cortar las dos orejas del sexto de la tarde. Y poco más. Porque Manzanares, Juan Ortega y Daniel Crespo estuvieron dispuestos toda la tarde, pero cuando no hay materia prima, no hay fiesta. Los toros de El Puerto de San Lorenzo se dejaron la bravura en el campo charro. Tan solo el último del encierro se dejó algo, sobre todo en el último tercio, donde Daniel Crespo sacó varias tandas de derechazos bajando la mano aunque el toro finalizaba el viaje con un tornillazo que deslucía al enganchar el engaño. Al natural toreó con mucho temple y despaciosidad, provocando la entrega de los aficionados que tras dos horas de festejo, estaban deseosos de irse a casa con buen sabor de boca. Crespo justificó su presencia en el cartel en sustitución del cigarrero Morante de la Puebla, y sigue llamando a los despachos, aunque no le vendría mal pedir la ayuda de los dos curas, los del palco de ganaderos, para que en sus oraciones le tengan muy presente a la hora de poder romper el monopolio que domina el toreo. No le quedará otra, porque “con la iglesia hemos topado”. Ese muro infranqueable que controla el toreo para desgracia de la fiesta.
FICHA DE LA CORRIDA
Toros de La Ventana de El Puerto y Puerto de San Lorenzo. Desiguales de presentación, descastados y mansos. Más de un cuarto de plaza.
JOSE MARÍA MANZANARES: Estocada desprendida (ovación y saludos); estocada (ovación y saludos).
JUAN ORTEGA: Estocada y dos descabellos (ovación y saludos, tras leve petición); tres pinchazo y pinchazo hondo (ovación y saludos tras aviso).
DANIEL CRESPO: Tres pinchazos y pinchazo hondo (ovación y saludos); estocada caída (dos orejas).