Esta mañana no noto nada diferente en la ciudad, mis amigos, tanto de aquí como de mi tierra, siguen siendo los mismos. Aldo, un buen amigo me llamó esta mañana, me felicitó con un “feliz orgullo”, no lo entendí.

Poco a poco fui comprendiendo las noticias, los anuncios, las banderas. Al margen de todo eso, mi amigo Aldo es una excelente persona, atento, servicial, amigo de sus amigos, de esos con los que siempre puedes contar. He viajado con él en varias ocasiones, incluso he llegado a compartir habitación en algunos de mis viajes de negocios. Nunca noté nada raro en él, ni nada que lo hiciera especial, ni para bien ni para mal, a excepción de lo que ya comento sobre su siempre bien dispuesta disponibilidad.

El bigotes me habla de una feroz persecución, de maltrato, y me intereso por el tema, nada diferente a lo que ocurría allí, el escándalo público en todos sitios tiene el mismo trato. Las muestras de cariño entre dos personas que sobrepase lo pudoroso de la época siempre esta mal visto, el vicio y la falta de educación esta mal visto, el exhibicionismo esta mal visto, y el amor, el amor, siempre será algo tan privado, intimo y personal, que no hay fuerza humana o divina que pueda reprimirlo.

Sí que es cierto que a veces la sociedad, la familia o el entorno intentan destruir el amor, como ya ocurriera con Romeo y Julieta allá en mi cercana Verona, y siendo una historia llevaba al teatro por un inglés, lo cual nos demuestra la universalidad del tema. Claro que hay que estar orgulloso de saber amar, de ser educado, de ser persona, de dejar que los sentimientos nazcan con fluidez, de forma natural, sin imposiciones ni para un lado ni para el otro. Me sigue extrañando el día, socialmente, políticamente correcto, cuando lo correcto es la naturalidad.

Llamé a mi amigo Aldo, y me dijo que su pareja le coaccionaba para que felicitara a todos, que tenía que demostrar lo que era, y por amor, para no contrariarlo, lo hacía. Lo sentí por él, y me planteé lo que jamás me había planteado, hasta ese momento no se me había pasado por la cabeza nada reprochable hacia mi amigo, y eso que tanto él como yo teníamos pareja, pero éramos amigos, y cada uno amábamos a quienes nos hacia sentir especiales.

Aldo jamás necesitó bandera, siempre se comportó socialmente correcto, y las muestras de cariño para con su pareja eran igual de afectuosas y respetuosas como las de cualquier otro, nunca necesitó demostrar nada mas allá de que amaba y era una excelente persona. Al día de hoy sigue con la misma pareja que jamás ocultó, no ha necesitado más bandera que el amor, y el claro sentimiento de que no hacía nada malo.

Necesitar banderas, apoyo institucional y un trato especial es solo inseguridad, y por supuesto falta de educación de quienes no entiendan que el amor y la atracción son algo tan natural como incomprensible para la razón, sobre todo cuando el corazón cabalga.