Poco a poco, todo volverá a la normalidad, confiaremos en que el odio de paso a un comportamiento, al menos, de cara a la galería, menos tenso, y es que, sobre todo en las redes, hemos vivido de forma intensa rasgados de vestiduras, mensajes apocalípticos, amenazas de fin del mundo, y de un caos que nos llevará a la propia destrucción.

Todos, o casi todos los comentarios, de corte político han estado cargados de odio, un odio alimentado, fomentado, consentido y alentado, por todas y cada una de las siglas que han participado en la carrera. El juego sucio, el y tú más, el contraataque y las mentiras, han sido los vencedores absolutos de unas elecciones destinadas a dar ejemplo.

Al fin y al cabo, quienes se presentan, al menos en teoría, son las personas más cualificadas para guiar a un pueblo. Cada uno con un particular punto de vista, pero ninguno, y repito que ninguno, ni es un mesías, ni un salvador de la patria, ni un demonio destructor, mas parecido a la bestia de siete cabezas que a Lucifer. Las consignas, legitimas y legales, los programas, con un fin u otro, no dan derecho alguno a destrozar y ensalzar por encima de la verdad.

Cansan las campañas auspiciadas por salvadores del mundo; por profetas de la única verdad; por los sacrificados y los pacificadores. La única verdad que es inmutable la tenemos delante, delante de nuestro propio razonamiento, pues la gran mayoría de los votantes, sobre todo en las municipales, no creemos en siglas, ni en nombres, ni en enfrentamientos, creemos en una ciudad mejor, desconfiamos de las soluciones verdaderas y únicas, y solo nos interesa una ciudad sana y fructífera.

Como es natural, dependiendo del pensamiento de cada uno, los tipos pueden variar, de turismo a empresa, de masas a tranquilidad, y todos y cada uno de los planteamientos son buenos, siempre y cuando sepamos, que por suerte o por desgracia, existiendo una democracia, será lo que la mayoría decida para todos.

Hoy será decisivo saber si somos capaces de aceptar lo que decida la mayoría, o si nuestro personal planteamiento y gusto es el que tiene, o si, triunfar, y es que, por desgracia, hay gente que solo cree en la mayoría cualificada de su propio ego.