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Hablar de “hijos” en el cine es extenso, pues los hijos van acompañados de sus padres y del imaginario familiar. Hoy hablo de esta temática. Dos títulos: El hijo (2022), de F. Zeller; y La mirada del hijo (madre e hijo) (2013), de C.P. Netzer.

 

 

EL HIJO (2022). Película franco-británica, un drama, precuela de The father, también adaptación de la obra teatral Le fils (el hijo), ambas del dramaturgo francés Florian Zeller, quien dirige el filme y firma el guion junto a Christopher Hampton.

Un inestable adolescente de padres separados, en un momento agónico y depresivo de su vida, pide marcharse de la casa materna para ir junto a su padre, Peter. La ajetreada vida del padre junto a su nueva esposa Emma y su nuevo bebé, se convierte en un auténtico lío cuando su exesposa Kate aparece en su casa de la mano del hijo, Nicholas, un chico problemático con el que es difícil comunicarse, por agresivo y distante, y que ha abandonado sus estudios.

Es conocido que en psicología la relación entre el padre y el hijo sigue el esquema del mito de Edipo, en su versión más sencilla: los varones suelen identificarse con las cualidades paternas y las niñas con las maternas; aunque sabemos que hay en nosotros cualidades de ambos progenitores.

Florian Zeller, lleva años dándole vueltas al asunto, planteándose una refutación de lo que he dicho anteriormente. Fue primero El padre (2021) y ahora El hijo (2022). En ambos filmes la idea no es tanto rastrear en la tortura de una relación condenada, sino buscar los vínculos, dar con lo evidente de un vínculo que es para siempre, y no por fuerza abocado al fracaso. También es autor Zeller de la obra: La madre, con la cual cierra el triángulo dramático.

Zeller vuelve a escribir el guion con C. Hampton y ambos han tenido un equipo de casting superlativo: Hugh Jackman, Laura Dern, Vanessa Kirby y una aparición breve pero intensa de nuevo, de Anthony Hopkins, como padre del padre; y no convence del todo Zen McGrath como Nicholas, el hijo.

Si en El padre la idea era colocar al espectador frente a un anciano con sus lagunas, olvidos y fabulaciones, ahora la cosa va en la voz de un narrador que levanta acta de una situación que cada vez más se inclina hacia el abismo.

Encuadres amplios, luz transparente, tempo pausado, para una película dolorosa, relevante y esencialmente dura sostenida por un tipo de actuación grave, solemne y callada.

Nicholas es un adolescente con un severo trastorno depresivo, que opta por engañar a su familia pretendiendo asistir al instituto cuando en realidad se aísla más. Pero el cuadro depresivo del chico no está bien aclarado, explicado ni analizado.

En esta nueva película, Zeller habla del oficio más bonito y difícil del mundo para un hombre: la paternidad. Y, también, de salud mental y del misterio que se oculta en cada adolescente. Pero el filme no está a la altura ni cumple con las expectativas del espectador.

“Las cuestiones de salud mental son muy difíciles de explicar. Todos conocemos a personas que tienen todo lo que hace falta para ser felices, pero afrontan un terrible dolor. Quería mostrar la frustración de no saber exactamente de dónde procede. Y que los padres no son responsables por ello”, afirmó Zeller.

La historia de un hijo que vive un terrible drama interior en el que confluye la melancolía, su crítica adolescencia, el rencor por la separación de sus padres y un horrible compuesto de tristeza e incomunicación. Un cóctel capaz de empujarlo a cualquier abismo.

 

LA MIRADA DEL HIJO (MADRE E HIJO) (2013). Relato de Cornelia (Gheorghiu), mujer de 60 años de clase alta en Rumanía, una mujer absorbente que se siente profundamente infeliz desde que su hijo Barbu de 34 años (Dumitrache), decidió ser independiente a toda costa. Se ha marchado a vivir con su novia a un apartamento, tiene coche propio y, según Cornelia, su novia no le merece. El joven evita a la madre a toda costa.

La historia comienza cuando Cornelia se entera de que su Barbu ha tenido un grave accidente de coche con víctimas, por un exceso de velocidad y conducción temeraria. Ha atropellado y matado a un niño en un pequeño pueblo. Le pueden caer varios años de cárcel.

Su madre hará lo imposible para salvar de la prisión a su vástago y se empleará a fondo moviendo todos los hilos posibles, lo que incluye sobornos a testigos o el recurso de influencias corruptas. Todo para exonerar al niño de su responsabilidad-culpabilidad en tan grave hecho.

A cambio, está convencida de que Barbu volverá al hogar materno y será el niño prisionero y dependiente de antes. El joven pasa por una gran conmoción. En la película queda planteada la delgada frontera que separa el amor materno de la manipulación y la abducción de una poderosa madre sobre su frágil hijo.

Es la tercera obra del director rumano Calin Peter Netzer, que dirige con pulso y tempo pausado y vibrante, un auténtico drama psicológico donde se entremezcla la enfermiza relación de una madre ansiosa y absorbente con su hijo impotente. Además, las cuestiones de tipo moral que plantea la situación del accidente en un país donde el dinero puede resolverlo todo.

Excelente guion del propio Peter Netzer junto a Razvan Radulescu donde se entremezclan las cuestiones sociales y potencialmente penales de una Rumanía corrupta, junto al drama de una familia disfuncional. Netzer comentó: El guion partió de la relación con mi madre, y acabamos desarrollando una historia de ficción”.

En el colofón de la película, Cornelia, frente a los padres del niño fallecido en el accidente, se lamenta amargamente por su hijo muerto, simbólicamente la muerte de sus expectativas maternales con su propio y malcriado hijo.

En esta cinta la cámara es muy importante, una cámara nerviosa que a veces se sitúa en planos donde incluso desaparecen los rostros de los protagonistas, pero que siempre busca comunicar estados mentales, emociones, conflictos violentos, ataques de desesperación, vehemencia. Parece que uno está viendo un documental, una especie de trozo de vida muy realista.

La peli es lo más parecido a un profundo análisis psicológico de los personajes para que el espectador pueda entender; e incluso se pueda llegar a sentir compasión por esta maltrecha familia y por las circunstancias que habitan. El escalofriante relato de una mujer incapaz de concebir las relaciones humanas, si no es como una lucha de poder permanente.

Cornelia es una mujer en conflicto territorial permanente con su nuera; y en pie de guerra con ella por el dominio afectivo de su hijo. Su esposo y padre del joven es un hombre pusilánime y débil, pero que sabe moverse con la suficiencia del dinero, comprando favores.

Esto que refiero tiene su marco social e histórico para mejor entender la trama. Rumanía fue un país durante décadas gobernado por el dictador comunista Nicolae Ceau?escu y esposa, apoyados por la temible Securitate (policía del estado). De aquellos polvos, estos lodos.

O sea, un tránsito de aquella dictadura brutal a una supuesta democracia no es tarea fácil. Y en la película podemos ver que Rumanía aún colea por los cenagales de la corrupción y el poder omnímodo. Ahora son los nuevos ricos que sobornan o compran; ejemplo de ello es el tenso diálogo con el conductor testigo del accidente al cual le ofrecen dinero para que calle o modifique su declaración.

La película trata lo que fue denominado por la Escuela de Palo Alto en California (Gregory Bateson), como el “Doble vínculo”, esto es, tipos de comunicación contradictorios que generan un escenario imposible, una relación donde una de las partes se encuentra "atada" a la otra por dos peticiones contradictorias, donde se haga lo que se haga estará mal.

Lo cual se complementa con las ideas de la psicoanalista Frida Fromm Reichman, que acuñó la expresión “madre esquizofrenógena” para describir una madre como la protagonista: madre agresiva, dominante, rechazante e insegura. Madres que incapacitan.

La protagonista Liminita Gheorghiu (Cornelia) es una actriz cuyos potenciales dramáticos fluyen de su rostro con absoluta credibilidad. Es ella la que se echa a sus espaldas la película. Le acompaña magistralmente Bogdan Dumitrache en el papel de Barbu, un hijo sumiso. Y un buen coro de actores de reparto.

Una obra maestra, un denso drama que incorpora el retrato de un hijo y su madre posesiva, así como un conflicto moral extremo, con un tenso suspense jurídico y la mordaz descripción de la decadencia de las élites en Rumanía.

El muchacho se libró de la cárcel por las corruptelas ideadas y pagadas por su madre. No entró en la prisión institucional, pero quedó atrapado en la tupida red de una de esas “madres arañas” que anulan al hijo.

Publicado más extenso en revista ENCADENADOS.