[Lee aquí los capítulos anteriores] Nunca viví de cerca un Carnaval en esta tierra, sí recuerdo aquellos años en que me acostumbré a ir a la ciudad de Cádiz y pasar allí una semana, viviendo aquellas fiestas con una intensidad que me recordó a la lejana ciudad de los canales, en donde el Carnaval se vive también de forma intensa.

Supongo, que, por la proximidad, en esta ciudad, el Carnaval será parecido al de Cádiz, en donde en zonas, porqué no en todas, es una semana entera de fiesta. La calle siempre me gustó más que seguir el concurso, sobre todo porque la mitad de las letras aún me cuesta trabajo entenderlas, pillo algunos dobles sentidos, y realmente, aburro a quien me acompañe porque pregunto demasiado, pero al ambiente me llena de alegría.

Para alguien como yo, las primeras veces me sorprendió que para nada se vinculaba al inicio de la Cuaresma, más o menos como allá en mi tierra, en donde la gente más joven ni lo entienden. Es como si el origen de dicha fiesta empezara y terminara en la misma. Aun así, me gustó, pues el carácter que tenga es algo más personal que social, y cada cual que lo viva y lo sienta como quiera. Pero me encanta el ambiente que se crea en torno a ese mundo.



Quizás, como ya he dicho, las letras de los grupos que actúan en la calle, algunas veces me resultan de difícil comprensión, aunque siendo sinceros, se puede escapar el doble sentido, pero el sentido pleno se comprende inmediatamente, y el ingenio me parece digno de admiración.

No sé si ese tipo de cosas son altruistas o no, bueno, sí lo sé porque “El Bigotes” ya se encarga de explicarme que se suele tratar de grupos de amigos, los cuales se reúnen para escribir las letras y ensayar, la mayoría no cobran, y solo algunos cobran por las actuaciones, pero todos, sin excepción, se lanzan a la calle a compartir sus letras.

Esa muestra de generosidad ya merece un aplauso, y quizás otro mayor, el esfuerzo y la dedicación para divertirnos, al fin y al cabo, a nosotros, por muy bien que se lo pasen. Supongo que las letras, normalmente reivindicativas, sean una forma de decir lo que lleven dentro y compartirlo.

Este año me decidí a quedarme aquí, en mi ciudad, y, al fin y al cabo, comenzar mi largo camino, pues espero que sea largo, de llegar a comprender y amar todo lo que me rodea.