[Lee aquí el Capítulo IV] Mientras apuro el café comparto con el “Bigotes” mis recientes sentimientos. Nunca fui de amistades eternas, ni de vacías alabanzas o justas recompensas, me gusta pasar desapercibido, hacer bien mi trabajo y dormir cada noche tranquilo.

Cuando escribo prefiero hacerlo sobre objetos inanimados, sobre mis sentimientos hacia cosas, procuro alejarme de polémica o puntos de vista que pudieran ser objeto de discusión, de las cuales huyo en todo momento.

Cada cual es libre de expresar lo que quiera, cada cual puede tener su opinión, y esto es una máxima que sirve para cualquier ciudad, de cualquier parte del mundo. Con el “Bigotes” a veces es complicado llegar a ese punto, pues aun huyendo de dichas polémicas, su intensidad te arrastra, como una ola, y sin pensarlo, te ves envuelto en la más absurda de las discusiones. Eso, en más de una ocasión me lleva a tener que escuchar de su boca críticas a personas públicas, las cuales escucho, analizo, pero sin querer entrar en mayor profundidad, él tiene su visión de las cosas, respetables, y yo prefiero ni siquiera tener la mía.



Su opinión sobre las cabalgatas, que a mí tampoco me gustan, no dejan de ser una opinión; respecto al despilfarro del que acusa, difiero, por la sencilla razón de que cada concejalía supongo que tiene su presupuesto, y se supone que cada concejalía tendrá que rendir cuentas de que hace con su presupuesto.

Respecto al modo de vestir, sinceramente es algo que hace muchos años que en mi tierra se superó, tuvimos en nuestro parlamento una actriz porno, pero aquí parece que sigue siendo algo importante, así que imaginen mi punto de vista. Lo indudable es que a mi amigo parece quitarle el sueño, pero, eso sí, es lo único, ya que ni le quita la paga ni la comida ni las copas, pero el sueño sí.

Esa es la verdadera reflexión, alguien que es capaz de quitar el sueño, de levantar ampollas por cosas ridículas y tener a una ciudad pendiente de él, tanto al pueblo como a sesudos politólogos y eruditos, merece al menos mi admiración, pues ha pasado de ser alguien sumido en la sombra a ser un verdadero influencia, y a mí, aunque no me influya en nada, al menos empieza a hacerme gracia con respeto, aunque al “Bigotes” no.