Hace muchos años, allá por los años de la gran guerra, la Mundial, cuenta la leyenda, que un grupo de la hermandad de los Skull Bones, la misteriosa y poderosa fraternidad secreta fundada en Yale, y formada por hijos de… esos que no tienen problemas a fin de mes, decidieron robar el cráneo de Jerónimo, el guerrero indio. Hoy en día, el cráneo, aún sigue desaparecido, y todo son conjeturas no admitidas por esa Hermandad.
Al parecer, y tras la misteriosa aparición del busto robado de "Pepe el del Vapor", robado hace unas noches, surge el misterio. Lo que parece una gamberrada, tiene el mismo sentido que el robo para la venta como chatarra, ya que el despliegue de medios para alcanzar el objetivo, que no era otro que desmontar el busto para luego tirarlo a una acequia, parece una gamberrada demasiado sofisticada y preparada, un tanto torpe, porque los vieron algunos vecinos. [La Policía Nacional recupera el busto de "Pepe el del Vapor" tras ser arrojado al canal junto al Casino]
Visto esto, cuál sería el objetivo, prefiero quedarme por la cantidad de mensajes vertidos en Facebook, en donde, por una vez, y sin que sirva de precedente, todos lamentaron la perdida, nadie se alegró, nadie crítico, ni un solo portuense sacó conjeturas retorcidas de lo ocurrido, y todos, absolutamente todos, se alegraron de la recuperación. Parecía como si, por una vez, todos marcháramos en la misma dirección, buscando lo mejor para esta triste ciudad, cuajada de agoreros inoportunos.
Teniendo en cuenta de que hay un detenido por actos vandálicos, y que pronto sabremos quién es, resulta esperanzador saber que ocurrió y por qué. Quizás, y solo quizás, fuera una simple apuesta, quizás, como algunos opinan, una gamberrada de aburridos de poca cabeza, nunca mejor dicho. Pero la realidad es que, al igual que ocurriera con el cráneo del indio Jerónimo, esto podría haber quedado en un misterio del que hablarían nuestros nietos. Por suerte, no ha sido así, pero lamentablemente, el misterio sigue servido, pero al menos, para regocijo de todos, por una vez ocurrió el milagro de la empatía, lo cual bien merece un aplauso.