Los años me han ido enseñando que la única fuente de inspiración; que lo único que debe transformar nuestras opiniones; lo único, es la experiencia vivida.

Como seres humanos estamos dotados de mil sentidos para forjarnos nuestro criterio. Poco a poco he aprendido que es mejor escuchar, callar y analizar todo, pues miles son las opiniones, y de ellas, todas tienden a tener el color del cristal de cada alma. Y así, no existe día en el que por una causa u otra, mis pies, mi coche o mi trabajo no me hagan disfrutar de la que fue, durante años, la entrada de una ciudad.

Una entrada que olía a golpe de calafate, una entrada que perfumaba el hedor de la neblina con el aroma de los vinos finos. Una entrada que, sí, se inundaba, pero porque el río quería ver a su patrona. Una entrada que ha servido como Tomahawk político en donde, lo defiendo y lo crítico, o lo critico y lo defendió, en función si tengo sillón o silla. Una entrada abocada al fracaso desde sus inicios, pues solo Balbo supo doblegar su ribera, donde solo un español supo sacarle rendimiento, y eso, gracias a que no tenían ni que votar ni depender de los firulais de la disciplina del amo que ni les da de comer.



Ahora hay anuncios, anuncios de devolverle la dignidad, una dignidad que ni les gusta a los verdes, ni a los rojos ni a los azules (ojo, ni a los trampantojos), una dignidad que seguro que servirá de carroña a quienes viven a costa de todos, sobre todo para echar una mierda que les sirva para su apestosa publicidad, y de la que los que pagamos solo leeremos el titular, sacando conclusiones absurdas.

Mientras miro la maleza que anuncia que se adueña de las grietas, me recojo en lo que queda del viejo puente, y su burlona risa me señala lo que parece el vástago de una Ficus Carica… como esto siga así, los hijos de tus sobrinos comerán del fruto de esa higuera… no te digo más…, y como es natural, y dada mi experiencia, me pregunto a que estamos jugando, en mi corta mente pienso en lo sencillo que sería adecentar, limpiar, tapar o asfaltar la zona…. Y entonces el improvisado poyo, sin parar de reír, se limita a decirme Aro, Aro… Criticarán el proyecto, denunciarán el uso de fondos públicos, anunciarán en las redes acciones penales por la falta de aprobación, insultarán al que decida… y al final por miedo… la maleza seguirá campando a sus anchas… a ver quién tiene cojones de tocar la mierda, home por Dios, que estamos en Democracia.