Mar Vázquez Parra (Tribuna libre).- En la jornada de hoy El Puerto celebra, aunque de forma diferente a como es habitual, su Domingo de Ramos. Este inicio de la Pasión de Jesucristo está marcada profundamente por dos hermandades que cada año convierten en un verdadero espectáculo las calles de la ciudad, por lo que es considerado por muchos portuenses como uno de los días grandes de nuestra Semana Santa.

Pero mayor grandeza han demostrado para con El Puerto no durante toda la pandemia, sino antes de que comenzase la misma y en la actualidad siguen con las labores sociales desde el seno más interno de las mismas.

La Borriquita, ubicada en el templo del Carmen y San Marcos, todos los meses realizan recogidas de alimentos en algunos supermercados de la ciudad, siendo cada dos meses los jóvenes de dicha corporación los que se sitúan al frente de las peticiones. Así mismo, han colaborado con la Hermandad de los hermanos de celeste el colegio de La Salle y el Sagrado Corazón así como los institutos Pedro Muñoz Seca y Mar de Cádiz. Pero por si todo esto fuese poco han colaborado con Apadeni con una recogida de material escolar, así como con la Asociación jerezana Amigos de la Música con yogures y huevos y en Navidad, para que todos los niños de esta ciudad se despertasen con una ilusión, fueron capaces de recabar 110 juguetes.



Pero hoy Domingo de Ramos, muchos detractores del mundo cofrade pueden pensar que desde esta Hermandad solo se está pensando en el incienso y el montaje tan extraordinario que han confeccionado en el altar mayor de San Marcos, y no es así. Han pensado que los fieles que llenan el templo con flores cada año, esta jornada tan especial lo sustituyan por alimentos para Cáritas parroquial. Y es que los más de 3.000 kilos de alimentos recogidos desde el pasado mes de noviembre les resultan pocos.

Menos diversificación es la que existe en San Joaquín con la Hermandad de la Flagelación, que lo concentran todo a través del servicio que ofrecen las hermanas del convento del Espíritu Santo. Y es que estas son los ángeles que Dios envío a El Puerto y quiénes mejores que ellas para saber de primera mano qué necesitan las personas menos favorecidas. Es por ello que, toda actividad social que realizan los hermanos de la Amargura está destinada a sufragar los gastos y necesidades de este convento, el cual está volcado desde hace más de una veintena de años a la labor más cristiana que es amar al prójimo, y yo me atrevería a decir que a dignificar una situación en la que todos podemos vernos alguna vez en la vida. Pero tanto es el compromiso de la Hermandad Sacramental con su labor social que esta cuaresma su papeleta de sitio la han convertido en solidaria y los fondos recaudados irán para esos ángeles que sirven a los más desfavorecidos desde su enclave en Pozos Dulces.

Este Domingo de Ramos muchos vivirán de recuerdos e incluso emanarán lágrimas por no ser posible hacer realidad la magia de cada año, pero deben de sentirse muy orgullosos de pertenecer a hermandades con un fuerte compromiso social, que al fin y al cabo es lo que hace grandes a las hermandades y hoy, Domingo de Ramos, los portuenses debemos estar orgullosos de tener dos Hermandades con mayúsculas que se desviven por la sociedad portuense y sus necesidades más primarias.



Pero existen otras labores sociales que no se ven en una nota de prensa, o quizá si es posible verlas en alguna publicación en una red social de la hermandad, pero lo cierto es que no saldrá en primera página de ningún medio de comunicación ni para rellenar espacio siquiera.

Y es que, durante este año tan complicado, especialmente para las personas mayores, muchos de ellos viviendo parcialmente en soledad, algunas hermandades han sido puntal fundamental ante dicha situación tan complicada de afrontar. En concreto existe una historia que se llevó a cabo durante los meses estivales, donde una portuense llamada Rosario fue la protagonista de una salida extraordinaria. Ella, durante el día de su cumpleaños recibió la visita de cuatro miembros de una Junta de Gobierno para hacerle entrega de un ramo de flores e incluso de un cuadro de los titulares a los que tantas veces había rezado. Un gesto sencillo que Rosario no podrá olvidar en la vida, al igual que sus hijos. Y es que esos cuatro miembros, con familias, amigos, trabajos y compromisos podrían haber disfrutado un día de playa y sol bastante apetecible en nuestra ciudad en verano, pero ellos se dirigieron al lugar donde la caridad se transformaba en una sonrisa.

Después de conocer estos datos y esta historia descrita de forma breve, ¿seguirá alguien preguntándose para qué sirven las hermandades de nuestra ciudad?