Sin que la reflexión sea la opinión de un experto, y sin que tenga base ninguna, de la simple puesta en común de las curvas de todos los países la evolución es la misma. De este modo, casi todos ascienden, llegan al pico y van bajando.

Muchas circunstancias influyen en el impacto, en el número de muertos, pero la realidad es que el virus evoluciona, ataca y decae con casi la misma progresión.

Al día de hoy y con cifras que rozaron los miles de muertos entramos en un estado de pánico manejado con el temor al repunte. Sin embargo, el mayor estrago del virus se produce precisamente cuando todos estábamos confinados, cuando más vacías estaban las calles. Cuando se decidió comenzar a autorizar nuevamente la reincorporación al trabajo, y con la eterna amenaza y el pánico de un rebrote, no paso nada, el virus evolucionó igual. Cuando se autorizaron los paseos, el pánico se adueño de miles de personas que temían un rebrote, pero tampoco pasó nada, el virus siguió su curso descendente.

No sabemos qué ocurrirá dentro de un mes, pero sí sabemos y estamos convencidos de que el miedo está generando una tensión innecesaria.

A día de hoy España se divide entre aquellos que quieren un retorno a sus vidas y los que siendo más papistas que el papa se alarman con actividades inocuas.

El Facebook ahora no se llena de mensajes de paz y amor, ahora están plagados de fotos denunciando a gente en terrazas, paseando, viviendo. Continuas llamadas a la fiel obediencia al Régimen de Alarma, y sorprende como a pesar de que se nos confunde día a día con continuos vaivenes arropados por continuas rectificaciones, hacemos el juego más macabro de todos a quienes paso a paso han sacado a un muerto de la historia para someternos un nuevo Régimen en donde con el miedo al contagio preferimos perder libertades y derechos… Jamás lo tuvieron tan fácil.