Toda posición es comprensible, cada opinión tiene el mismo valor que otra, y sobre todo, hay que tener en cuenta que cada persona ha vivido o está viviendo de forma diferente lo que está ocurriendo.

Sanitarios y personas que no han parado de trabajar tendrán una visión muy distinta a la de personas jubiladas o trabajadores en ERTE.

Una vez que se permitió poder salir a la calle de forma más relajada, surgió el problema. Para algunos que salga la gente a pasear sin respetar distancias, en masa, sin  protección, etc., genera una oleada que llega del insulto viral a la incomprensión.

Sin embargo, desde que esto comenzó, hay personas que han seguido haciendo su vida, pan, periódico, mercado, supermercado, perro… para muchas, muchísimas personas, este estado de confinamiento se cumple porque el estado lo dice, sin preguntarse la gravedad o la no gravedad del asunto, dándole la importancia que se le da a un problema en una ciudad con menos de cien contagiados.

Es comprensible que una vez se da luz verde, la gente acuda en masa a la calle, cansadas de cincuenta días de reclusión, justificada o injustificada. Lo más curioso es que quienes más critican la ocupación de las calles son personas que comienza su crítica asumiendo que han salido a pasear y se han encontrado las calles abarrotadas de insolidarios. Para otros no es tan escandaloso, es simplemente ganas de poder salir del confinamiento.

Todos estamos cansados, todos deseamos salir, las distancias se respetan en la medida de lo posible, partiendo de la base que ni somos autómatas ni corderos.

Serán tiempos duros, en donde las personas tendrán distintas opiniones, en donde cada cual se comportará de una forma, y lo más difícil será conciliar a quienes pretenden un férreo cumplimiento de las medidas, quienes llevarán las medidas al extremismo gobernadas por el miedo, y quienes retomarán su vida de forma normal ajenas a este problema.

Se acercan tiempos en donde toda la empatía demostrada durante estos meses se perderá, y se perderá porque volveremos a ser nosotros mismos, con nuestras virtudes y nuestros defectos.