Estimado lector, si "contra el uso de los tiempos no hay que argüir ni de qué hacer consecuencias", (entre otras muchas cosas que aclaró nuestro sufrido caballero don Quijote a Sancho, con ocasión de su enjaulamiento), ¿convendría impedirle salir ahora, después de guardar estricta cuarentena en casa, a exponerse a nuevo riesgo de contagio, con la sola condición de que al primer síntoma de enfermedad (pero poniéndolo primero en conocimiento de la autoridad sanitaria: el barbero y al cura) se volviese con el ama y la sobrina?

¡Mío Dios! Y ¿qué pasaría si, para cuando se fijase tal normativa, como hubiese ya muchos contagiados de la misteriosa enfermedad de don Quijote y se les hubiera animado también a salir y a cumplir dicha normativa; qué pasaría si, avisando todos al mismo tiempo al cura y al barbero de que tienen síntomas bastantes para quedarse en casa, al no poder dar éstos abasto en las comprobaciones, tuviesen que fiarse de tantos presuntos enfermos como vivan en la aldea, y de este modo, prolongándose la cuarentena, se mantuviera el bajo riesgo de contagio?

Ahora bien, según lo expuesto, cuando lo que está en desuso es romper de forma precipitada una bien llevada cuarentena, ¿de verdad se iría "contra el uso de los tiempos en que "no hay que argüir ni de qué hacer consecuencias?”

“No sé esas filosofías – respondió Sancho Panza -; mas sólo sé que [..] tanta alma tengo yo como otro, y tanto cuerpo como el que más, y tan rey sería yo de mi estado como cada uno del suyo…”