Hacer una cuenta nos transporta al pasado, a cuántos días hemos pasado confinados, y nos recuerda los que aún quedan por pasar, por ello, es mucho mejor no pensar en el día de ayer, y vivir el de hoy como si fuera el primero.
A ello puede ayudar también mucho la información, y es que, no podemos olvidar que sin nada mejor que hacer la información se nos presenta como una oferta paralela a la del ocio. Por ello, en tiempos de crisis como los que afrontamos, la labor de los periodistas es también fundamental.
Trivializar en algunos momentos sobre aspectos cotidianos de la vida, informar sobre situaciones divertidas, sobre futuros proyectos de cuándo será la Feria de abril, etc., también forman parte de la terapia para soportar el confinamiento. La sobreinformación sobre dolor y muerte, sobre el avance del virus o sobre las discusiones políticas centran al ciudadano solo en una rutina dolorosa que los lleva a entrar en un bloqueo de malos pensamientos.
Por todo ello, los periodistas, ahora más que nunca, deben hacer gala de sus estudios o de su experiencia, deben ser conscientes de que sus informaciones influyen en los estados de ánimo y, a diferencia del Facebook, alarmista y lleno de opiniones, a veces, innecesarias, deben de informar con puntualidad de todos, pero también deben de hacer ver a todos que el mundo no se para, que hay avances, que hay historias cotidianas, que nacen niños, que hay historias bonitas, o feas, que nada tienen que ver con lo que está pasando.
La labor social del periodismo en estos tiempos es también necesaria y debe ser también responsable.