No somos pocos los que, en algunas ocasiones, nos acercamos al monumento de Don Pedro Muñoz Seca. Una pena que esté en un lugar tan alejado y oculto, fuera de la vista de todos. A veces dejamos algún libro, y animamos a otros a hacer lo mismo. Posiblemente acaben en manos de algún desalmado que disfrute destrozando aquello que no entiende, pero alguno terminará en buenas manos, y eso, para mí, es suficiente.
Lo que no es suficiente es el abandono, la dejadez, la escasa importancia que se le da. Quizás unos lo ignoran por desprecio al “facha”, criminal de guerra que fue ajusticiado por el horrendo crimen de hacer reír… y de reírse de gente muy parecida a la que ahora nos gobierna. Otros, tal vez, por miedo a que si toman cartas en el asunto, les llamen fachas también.
El caso es que, por una u otra razón, este monumento —que, como decía, por suerte se encuentra en uno de los rincones más alejados del Puerto, oculto a la mirada y de difícil acceso— no está hecho una pena: está peor.
La restauración de sus azulejos, con ese bello enfoscado blanco rellenando sus huecos, ya predomina sobre los colores cerámicos. Las gavillas oxidadas que sostenían las estanterías brotan sobre el alicatado, dejando al descubierto su desnudez.
Gracias a Dios, el monumento aún no ha sido víctima de la pintura topos, y curiosamente, hasta hoy, ha sido sanamente respetado, manteniendo una pose digna… todavía.
No hay justificación alguna. No necesita un presupuesto de cientos de miles de euros. Y por eso, y a pesar de las voces —porque me consta que no es la primera vez que se denuncia—, su estado sigue empeorando cada día.
Me avergüenza. Porque no hablamos de un rincón olvidado del extrarradio. No. Hablamos de algo situado frente al Ayuntamiento, en una plaza céntrica, visible incluso desde una de las arterias principales de la ciudad. Y presenta un estado tan lamentable que hasta los visitantes lo comentan. Hablando en plata: una auténtica mierda en pleno centro de El Puerto.
Pero no solo me avergüenza. Me duele. Me duele que algo de lo que podríamos presumir los portuenses, algo que podríamos enseñar con orgullo a quienes nos visitan, esté así: ruinoso.
No es para rasgarse las vestiduras. No es para pedir la dimisión de nadie. No hace falta elaborar un memorándum señalando a los culpables y enviarlo a la ONU. Es, simple y llanamente, una mierda que debería avergonzarnos a todos, empezando por quienes llevan las riendas de esta ciudad, que cada mañana lo ven al pasar camino de su trabajo y no hacen absolutamente nada.
¿O están esperando que nos juntemos unos cuantos y hagamos el trabajo? En este caso, no el trabajo sucio… sino el que ya deberían haber hecho hace mucho.