Hoy comento dos películas con la temática de los altos diseñadores, los artífices de la “alta costura”, auténticas obras de arte hechas ropa, otro valor cultural y del arte.
Escribo en primer lugar sobre la vida documentada de un auténtico artista: Auge y caída de John Galliano (2023), de K. Macdonald; y del filme El hilo invisible (2007), de Thomas, sobre el modisto español donostiarra Cristóbal Balenciaga.
AUGE Y CAÍDA DE JOHN GALLIANO (2023). Documental de un sembrado Kevin Macdonald, una estupenda cinta sobre el prestigioso diseñador de moda John Galliano, director creativo de Christian Dior (1996 a 2011). Había nacido en Gibraltar en 1960 de madre española y un padre gibraltareño de oficio fontanero. Con su madre hablaba en español y con su padre inglés.
A los seis años la familia se traslada a Londres, a un lugar gris en palabras del artista, era un chico problemático. Siempre vio en su madre a una mujer a quien le gustaba la ropa. Además, desde muy chico supo que era gay, algo mal visto por su padre y en el colegio.
Desde muy temprano, la moda lo sedujo y se inició prontamente en este campo dibujando, conociendo los materiales, diseñando.
Como fruta madura, irrumpió en la escena de la moda londinense a mediados los años 80, impresionando a todos en Saint Martins con su desfile de graduación inspirado en la Revolución Francesa.
Fue un desfile muy llamativo que podemos ver en el filme. Luego continúo buscando, como él declaró, la “extrema belleza” en forma de ropa y complementos. Pero no era comercial.
Cuando estuvo preparado y supo que era su momento no dudó en viajar a París, donde había más recursos y financiación.
Galliano podía inspirarse en lo más inaudito. Esa desbordante creatividad tuvo momentos de fulgor, como un desfile llamado: “Los vagabundos”, inspirado en su visión romántica de Charles Chaplin y los “sintecho”. Lo cual produjo protestas.
En 1993, los pesos pesados ??de Vogue Anna Wintour y André Leon Talley acudieron a su rescate, para darle respaldo y credibilidad en París. En 1995, fue nombrado jefe de diseño en Givenchy; donde Galiano demostraría una vez más sus valores artísticos.
En Givenchy y luego en Dior, presentó una asombrosa serie de colecciones que combinaban sus característicos tejidos de corte bies con temas históricos, chinoiserie, color, subversión e ingenio. Su talento nunca estuvo en duda. Su creatividad no parecía tener límite.
Galliano pariendo belleza y también asumiendo responsabilidades y aguantando presión. Estaba agotado y consumido por el trabajo y las exigencias de su trabajo. Pero estaba también su parte desbocada: psicofármacos y alcohol, beber sin límite.
La puntilla fue la muerte de Steven Robinson a los 38 años, un hombre regordete, afable, su ayudante incondicional, el hombre que lo cuidaba, que le cubría las fisuras, su persona de máxima confianza y su salvador tantas veces. John no pudo asimilar su pérdida y se puso en el límite, perdido e inseguro.
Caída en desgracia: París 24 de febrero de 2011
Bajo la dirección de Macdonald, con una excelente música de Tom Hodge y una meritoria fotografía de Patrick Blossier y otros, este fascinante documental comienza donde terminó la carrera de John Galliano: en un pequeño bar parisino llamado La Perle, donde se grabó un arrebato suyo, con un teléfono móvil.
Eran las 20:00 horas cuando Galiano llegó a ese establecimiento sentándose al lado de una mujer de nombre Geraldine y al oído le dijo: Habla más bajo, me molesta tu voz. A continuación, le tocó el cabello y le dijo: No tienes pelo, eres fea, eres sucia, tu cara de judía, tu sucia cara de judía. Lo cual repitió muchas veces. El acompañante se levantó silla en mano y le ordenó que callara.
En otro acontecimiento en el mismo lugar el artista Galliano, en estado de embriaguez, decía amar a Hitler e imprecaba a una mujer que la gente como ella estaría muerta hoy; sus madres y ancestros habrían sido gaseados y asesinados...
Galliano fue detenido por los insultos antisemitas y cayó en desgracia. En vísperas de la Semana de la Moda de París, Dior no dudó en poner en la calle Galliano, comenzando una etapa en la que el artista estuvo relegado y condenado al ostracismo.
John pasó dos meses en la clínica de rehabilitación Cottonwood en Arizona. Luego vendría un juicio donde se le declaró culpable y tuvo que pagar 6.000 euros de multa. Poca cosa, pero lo que ocurrió fue una especie de muerte social para el diseñador.
Cuando se le pregunta por sus comentarios antisemitas, parece sinceramente no saber de dónde vinieron. Sus esfuerzos por expiar el pecado parecen genuinos (cursos de educación sobre el Holocausto, sesiones con psicólogos y rabinos, etc.), pero no arrojan ninguna luz sobre el asunto. Tal vez era sólo una persona muy borracha que decía, para montar el número, lo peor que se le podía ocurrir.
Desde luego las opiniones son diversas. Unos consideran que Galliano nunca debería ser perdonado. Otros entienden que diez años fuera del mundo de la moda es un castigo suficiente.
Él mismo se presenta como un personaje divertido y ligeramente neurótico, atormentado por su mala relación con su padre autoritario y homófobo, un padre español, para quien nada de lo que hizo fue lo suficientemente bueno.
Pero apareció el rabino Barry Marcus, un hombre bueno y juicioso que habló con John y se dio cuenta que el propio diseñador no tenía una idea precisa sobre qué fue el holocausto. Y sentenció que lo que dijo fue meramente porque lo había oído o algo así, pero no con “intención”. Y le dio documentación y literatura hebrea para que tomara conciencia de lo que realmente dijo. Galliano se arrepintió públicamente.
Galliano era extremadamente bueno en el mundo de la moda y del arte en general. Lleva prácticamente una docena de años abstemio y dispuesto. Puede sea el momento de regresar.
Más extenso en revista ENCADENADOS
EL HILO INVISIBLE (2017). Estamos en la posguerra europea, Londres, 1950, el famoso modisto Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y su hermana Cyril (Lesley Manville) están en la cúspide. Visten a la realeza, a las familias importantes y a las mujeres elegantes.
Un día, Reynolds, soltero, conoce a Alma (Krieps), una deliciosa joven que se convierte en musa y amante. Su vida había estado hasta entonce muy controlada y planificada, pero se ve alterada por el amor.
El genial Paul Thomas Anderson hace una película con un enorme trabajo de dirección, rodada con solvencia, con una asombrosa propuesta y un poderoso lenguaje visual, sin olvidar que como dramaturgo es también un gran director de actores.
Dice Thomas que el libreto de la obra, de su autoría, está inspirado en la vida de gran modisto español-vasco Cristóbal Balenciaga Eizaguirre (1895-1972), que destacó por una técnica perfecta propia de maestro. Thomas retrata el meticuloso perfil de un orfebre obsesivo y maniático que anhela acometer la obra perfecta, desde su propia imperfección.
El guion de Anderson está próvidamente escrito, tanto que roza la dimensión obsesiva del personaje, haciendo que entremos en el mundo de un gran neurótico que encuentra el amor. En el curso de ese romance se irá dando cuenta de los inconvenientes que tiene su joven amante para su desempeño y sus obsesiones.
Esto nos depara sorpresas que, más que de él, provienen del comportamiento límite de la protagonista quien con su fuerte espíritu, peligrosa ella, segura de sí misma y enamorada, va derribando las resistencias de su amado hasta conseguir que él la necesite.
Banda sonora grácil, delicada y sonámbula de Jonny Greenwood, de enorme belleza. Igual la fotografía de Thomas y la muy buena puesta en escena, sobre todo en cuanto a vestuario y dirección artística.
En el reparto Daniel Day-Lewis hace un trabajo con gran magnetismo en cada gesto. Le acompaña sintónicamente y muy bien Vicky Krieps. Sin olvidar a una imponente Lesley Manville que hace, ella sola, un trabajo perfecto como hermana sobreprotectora.
Película que pone al espectador frente al panorama de la moda de mediados del pasado siglo, pero no sólo de la belleza exterior de unos esplendorosos vestidos, sino también de una realidad interior, la de los propios personajes.
Particularmente la del protagonista Reynolds Woodcock, al que dibuja hasta el mínimo detalle y cómo se relaciona, tanto en las distancias largas como en las distancias cortas, sostenido todo este panorama por la sublime interpretación de Day-Lewis en un personaje laberíntico que va del tormento a lo genial.