Conforme pasan los días, el intento de evitar pensar demasiado en el tema se confunde con los cientos de preguntas que todos nos hacemos. Desde el primer día de confinamiento, los hospitales pusieron de manifiesto la carencia de equipos de protección, la ausencia de mascarillas, la carencia de respiradores y ello generó cientos de respuestas al llamamiento.
Empresarios, empresas de producción de otros géneros, iniciativas privadas, y como no, el propio gobierno comenzaron a anunciar compras masivas, la ultima de cuatro toneladas de material. Sin embargo, a pesar de ello, las críticas de los sanitarios siguen siendo las mismas, carecen de material, no solo dicen que no son suficientes, si no que es una realidad que carecen de material.
Visto esto, la única pregunta es dónde está el material, cómo es posible que el propio Gobierno no potencie la producción nacional, ya ofrecida, prefiriendo comprar en China los equipos.
No me cabe duda que España superará esta situación, sobre todo por vía natural y gracias a la investigación de cientos de personas, pero las preguntas que todos nos hacemos no son ya referentes a lo que se hizo o se dejó de hacer.
La globalidad de la pandemia no tiene culpables, no se puede hacer nada para evitar la situación, pero cuesta mucho trabajo creer que un país industrializado no puede responder a una demanda de material tan básico como mascarillas o EPIS. Todo ello no es objeto de broma o de minimizar al problema, ni de solucionarlo buscando culpables.
La realidad es que en esta situación pone en jaque a todos los países, y en todos se están poniendo a prueba a sus dirigentes, su capacidad de reacción y su forma de solucionar el problema.
No es tiempo de culpas, es tiempo de acciones, el problema esta cuando a estas alturas todos nos seguimos haciendo preguntas y vemos que para algunos se sigue haciendo más política que gestión.