Así como es de corriente uso decir a quien tiene mala grafía que tiene letra de médico, otro tanto cabe decir de la manía de que tiene más calado en nuestro suelo la voz del opinante, que la del experto o especialista.
Por otra parte, si Unamuno decía que el profesional "es un producto de la diferenciación del trabajo", ello no quiere decir que en España, porque tuviera más calado la voz del opinante que la del profesional especialista, se trabajara menos y se opinara de más; sino que se trabaja de forma más diferenciada. Y aquí viene el meollo.
Bien sabe el lector que esta delicada situación que atravesamos, como es de sentido común, se puso en manos de expertos. Y así debe ser. Lo que no quiere decir que en España, quijotesca hasta la médula de matriz, casen del todo bien sentido común -que es más bien sanchopanciano y comercial- y especialidad profesional.
Si no, recuérdese aquel episodio del Quijote en que, yendo "embaucado y tonto", según Sancho, en una jaula de madera nuestro caballero, contestó éste que no, sino...
"... encantado, y eso me basta para la seguridad de mi conciencia".
Y esto mismo que don Quijote es lo que pensarán cuantos españoles se declaren (con consciencia de ello o no) quijotescos, antes que sanchopancianos, para suscribir luego, de boca de nuestro caballero de la fe cristiana, lo que, a eso de que le bastaba la seguridad de su conciencia para saber que iba encantado y no embaucado en su jaula, añadió:
"... que la formaría muy buena si yo pensase que no estaba encantado y me dejase estar en esta jaula perezoso y cobarde, defraudando el socorro que podría dar a muchos menesterosos y necesitados que de mi ayuda y amparo deben tener a la hora de ahora precisa y extrema necesidad."
En resumen, el opinante, tire ya al credo racio-comercial de Sancho Panza o al ideo-soñador de don Quijote, debe ajustarse -a través de la justicia positiva los primeros y de la justicia trascendental los segundos- a la conciencia, y esperar, como don Quijote en su jaula, y cada uno en casa y Dios en la de todos, a que pase esta tormenta, y dejar hacer a los expertos, porque nunca como ahora -por respeto al dolor y a la pérdida de tantos- podemos ser tan esclavos de nuestras palabras... Mejor callar, y callar largo, y quién sabe si, después de todo esto, -porque cansa hablar en verdad-, callar para siempre.
Por último, querido lector, si don Quijote aceptó -pese a la duda racional de Sancho- su necesario enjaulamiento, fue porque creyó en la profecía, según la cual...
"...le prometía el verse ayuntados en santo y debido matrimonio con su querida Dulcinea del Toboso..." (Es decir, España)...
"...de cuyo felice vientre saldrían los cachorros, que eran sus hijos..." (Es decir, los españoles todos)..."para gloria perpetua de La Mancha".