Está siendo un mes propicio para que las nubes bajen, para que toda la ciudad se vea envuelta por esa sábana de espumas que todo lo oculta.
Saliendo muy de mañana apenas se ven las espadañas de las iglesias, y las campanas se ahogan cuando suenan envueltas en la bruma. La sensación de humedad comienza a ser agradable, sobre todo por la ausencia de frío, y, curiosamente, esa misma niebla nos envuelve con una calidez inusitada.
Si nos detenemos a mirar en derredor, vemos la ciudad incluso bella, ocultos los defectos de sus fachadas, ocultos los comercios cerrados, ocultos los vacíos que dejan los desconchones en las jambas de las puertas. Puede ser que nos volvamos optimistas junto a niebla, el único elemento climatológico que nos acompaña y nos da esplendor.
Sin embargo, cuando avanza el día, y los rayos de Sol comienzan a disipar las nubes bajas, la ciudad se va reconfortando. Se va llenado de luz, de claridad, de ese esplendor inexistente bañado por el astro rey. Y es que, es lo que tiene el optimismo, preferimos entrecerrar los ojos a las miserias. Cubrir los defectos con algo que lo envuelva para verlos menos malo. Preferimos quedarnos con el Sol del medio día, cerrar los ojos y bañarnos de claridad antes que abrirlos y ver lo que nos rodea. Es una forma de verlo, quizás errónea, quizás la misma con que miran la ciudad quienes deberían de adelantarse a la niebla.
Vivimos tiempos extraños, tiempos en los que todo y nada es lo que parece, tiempos en los que es mejor dejar pasar los días tumbados sobre la roca calentada por el Sol. Puede que algún día, sea tal la niebla que el Sol no pueda disiparla, puede que algún día, sea necesario no mirar ni esperar nada más que su manto.
Yo seguiré confiando en que siga saliendo el Sol, seguiré confiando en que la niebla no sea tan espesa que no veamos los defectos, seguiré confiando en que la mañana me devuelva una mirada de esa niebla innecesaria. Quién sabe, quizás vengan tiempos mejores, tiempos de Sol en los que el esplendor brille incluso más que el calor que disipo la niebla.