“Nuestra harina El Vaporcito siempre apoya la cultura, el deporte y el arte”.

Gavin O’Connor es uno de esos cineastas, al que le debemos muchas horas de entretenimiento, desde dramas intimistas inteligentes como Tumbleweeds (1999), policíacos potentes como Cuestión de honor (Pride and Glory) (2008), a películas deportivas como The Way Back (2020) o Warrior (2011).

Entre ellas se encuentra también El contable, una película de 2016 con un reparto sensacional, un Ben Affleck como contable neurodivergente con habilidades para matar. Durante años se habló de una posible secuela que ahora nos llega, de nuevo de la mano de O’Connor.

Escribo hoy sobre El Contable 2 (2025) (la prometida continuación); y El contable (2016), ambas de G. O’Connor.

EL CONTABLE 2 (2025). Secuela de la película El contable (2016), dirigida igualmente por Gabin O’Connor y también con Bill Dubuque como guionista, en la cual Christian Wolff es un hombre de medianía con un enorme talento para resolver problemas complejos, una mente súper lógica y racional, amén de dotes para la lucha.

Cuando un viejo conocido es asesinado, deja anotado en su barco un críptico mensaje: "encontrar al contable", y Wolff (Affleck) se ve obligado a resolver el caso. Al darse cuenta de que son necesarios refuerzos, recluta a su hermano Brax (Bernthal) para que le ayude. Se trata de un hermano que ha estado distanciado de él durante ocho años, un hombre físicamente eficiente y letal, pero distinto a él.

Está también y actúa en colaboración Marybeth Medina, subdirectora del Tesoro de Estados Unidos. Entre todos descubren una conspiración mortal y se convierten en perseguidores y a la vez en objetivo de una despiadada red de asesinos que no se detiene ante nada, con tal de mantener sus secretos ocultos, relacionados sobre todo con trata de blancas.

Sensacional y muy profesional dirección de Gabin O’Connor, está conducida por un guion bien escrito por Bill Dubuque, que mantiene la atención todo el metraje con singular ingenio de quien sabe dar continuidad a una historia intrincada y que acierta a llamar nuestra atención.

Cinta muy entretenida, acción dosificada y agradablemente disparatada. De nuevo O'Connor dirigiendo y vertebrado por un libreto muy bien pergeñado, como en la anterior entrega, con personajes de Dubuque, quien tiene el don de escribir escenas que se extienden y serpentean en forma muy grata.

Es un thriller para pasar una buena tarde, que no es poco. Trepidante ritmo y emoción, y una parte final de extrema tensión pues el asunto se las trae. Hay que salvar nada menos que a unos nenes en peligro letal.

Trama

La trama gira en torno a Marybeth Medina (Cynthia Addai-Robinson), agente de la Red de Control de Delitos Financieros, que intenta salvar a una familia de refugiados centroamericanos que están perdidos en un limbo embarullado de mafias y otros.

La fotografía donde figura la familia desaparecida está manos de su jefe, Raymond King (J. K. Simmons), cuando este es asesinado a tiros en una palpitante y desconcertante escena inicial. Todos se preguntan quién es la asesina rubia de raíces negras (Daniella Pineda) que llega a su encuentro.

Marybeth se une a Christian, quien vive todavía en su autocaravana marca PanAmerican Airstream plateada, pues ese limitado espacio es cuanto que necesita su imaginación autómata.

Para solucionar un complicado puzle de fotografías, facturas, etc., usa su perspicacia para restringir la búsqueda. Resulta divertido ver a Christian hacer su versión de citas rápidas, o revisar un montón de fotografías y formularios de impuestos para analizar pistas que serían invisibles e imposibles para cualquier ser humano.

Cuando él y Marybeth visitan al jefe corrupto de una pizzería que empleó tiempo atrás a una madre inmigrante, Christian deslumbra y confunde a ese canalla al descubrir que está blanqueando dinero.

Pero para llevar a cabo la operación Christian necesita Braxton, su contraparte más imprudente. Desde luego no es autista. Jon Bernthal, con su mira arrogante y de sobrado, interpreta a Braxton de forma genial. Es la cosa que ambos se convierten en un dúo cómico de facetas distintas y complementarias: el Sociópata y el Triturador de Números.

Por otro lado, en una casa, auspiciados por Christian hay un equipo de hackers autistas adolescentes. Nenes inteligentísimos que manipulan docenas de ordenadores para recuperar pruebas e indicios criminales.

La historia llega a su clímax cuando en un complejo para niños en Juárez, la cosa se vuelve brutal, descabellada, pero también emocionante. En este punto podemos anticipar que esta cinta tendrá continuidad.

El autismo de Affleck y su antagónico hermano

Resulta ser que Ben Affleck es un actor con rostro cuadrangular, ligeramente imperturbable y unas facciones en suspenso y de sobria expresividad. Ese aspecto lo hace idóneo para interpretar a Wolff, un autista “médium” que parece distraído pero que se da cuenta de todo, y de más. Habla en tono bajo y monótono y tiene un cerebro estoico, imperturbable y de trato frío. Su capacidad empática es limitada, lo cual le permite repartir infligir dolor al contrincante, sin culpa.

Su hermano Brax (Bernthal) es un ser opuesto, extravertido, seductor, netamente de acción y batallador, y como hermano, dolido por el poco caso que le presta Christian, quien es incapaz incluso de dar las gracias después que haya acudido a su llamada proveniente de Berlín (nada menos). Pero con el paso del tiempo se irán conociendo mejor y reconciliándose.

Aunque diferentes, ambos son hábiles y están capacitados para la acción y liquidar al enemigo. En la relación entre los hermanos, en la química entre ambos actores y el humor de esa relación, pivota una parte muy importante de la película.

En la película hay abundantes escenas de acción y de las buenas. Particularmente, en la parte final, cuando se produce un brutal enfrentamiento entre los hermanos contra todo un ejército de sicarios, aquello tiene las trazas de un western de los buenos.

Conclusión: el efecto Zeigarnik

La película divierte y se disfruta desde el primer momento, e incluso se hace corta, nos deja con ganas de más. Hubo una psicóloga llamada Bluma Zeigarnik, que observó que, si una tarea o un relato se interrumpe, esto incrementa las ganas para retomar de nuevo la tarea o el cuento. Es lo que se conoce como efecto zeigárnik (o de Zeigarnik).

Aplicado este concepto a esta peli, como la historia deja partes abiertas, el espectador se queda con ganas otra entrega, para ver cómo concluyen. O sea, que nos quedamos con ganas de ver una nueva entrega tipo: “El Contable 3”.

Revista Encadenados

 

EL CONTABLE (2016). Como decía, esta obra fue igualmente dirigida por Gavin O’Connor y protagonizada por Ben Affleck, y es también un thriller de acción que mezcla crimen, misterio y drama.

Seguimos a Christian Wolff (Affleck), un contable con habilidades matemáticas excepcionales y un pasado oscuro, quien trabaja para organizaciones criminales mientras es perseguido por el Departamento del Tesoro.

A medida que la trama avanza, se revelan detalles sobre la infancia del protagonista, su entrenamiento y su relación con su hermano (Bernthal), lo que añade interés al cuento. Se trata de un filme con un look ochentero, un “actioner” directo y sin coartadas.

Tiene un reparto muy bueno con un Affleck a la cabeza que le da empaque y seguridad al personaje, con un guion (Dubuque) con variados segmentos de interés. Es una peli que se disfruta.

También, en esta primera entrega, el protagonista es autista, lo que le confiere un sesgo singular dentro del género de acción. Y participan otros artistas como Anna Kendrick, J.K. Simmons o Jon Bernthal (el hermano), todos bien.

Explora la trama cómo la condición autistoide de Wolff influye en su vida y en sus habilidades extremas y de nivel; y es desde luego un thriller con personajes poco convencionales y escenas de acción muy bien ejecutadas.