Desde pequeños, o al menos eso pasaba antes, el respeto era algo que se impregnaba a diario, a veces, el observar a tu entorno, te ayudaba a ir comprendiendo. Se respetaba a los mayores, se respetaba a los padres, a profesores, jefes, compañeros, y no digo que se respetase a las mujeres porque me llamarían machista, pero si, se respetaban. Las personas de otras religiones también eran respetadas, e incluso, la mayoría, respetaba las distintas formas de pensamiento que hubiera en su entorno.

Tal y como ocurre hoy, la mayoría, de la gente normal, solía respetar a sus semejantes. Hoy la cuestión es distinta, sigue habiendo parapollas que se mofan, ridiculizan, insultan y menosprecian a los demás, los motivos… absurdos, vagos y egocéntricos. Parte de culpa de esta falta de respeto, y su conocimiento, la tienen las redes.

Antes, los irrespetuosos apenas pasaban de la barra de cualquier bar o su escaso entorno, hoy, su ingeniosa maldad se difunde en las redes, creando ese minuto de ridícula gloria que les llena, a costa de otros.

La cosa tiene la importancia que tiene, pero cuando desde el poder se pierde el respeto la cosa se pone peligrosa. Subir impuestos, cobrar sueldos, a veces abusivos, imponer criterios, no escuchar, etc., solo son cosas inherentes al cargo, pero llamar respeto a usar lenguaje inclusivo, exigir el no uso de palabras como Navidad, u otras inofensivas, por “respeto”, en definitiva, son una falta de respeto.

Respeto es decir Feliz Navidad, sin ofenderse si alguien nos dice que no son Felices Fiestas. Respeto es poner un Belén, aunque alguien sea de otra religión, respeto es dar un bocadillo de jamón o uno de pollo, en función de lo que  cada uno tenga por costumbre, no prohibir el de jamón por ofensivo.

Hoy día, la ofensa impera sobre el respeto, cuando el respeto es algo reciproco, un cante de ida y vuelta, en el que yo respeto a quien haga Ramadán, sin que tenga que ver como a quien respeto me destroce un Belen porque le ofende.

Cada día la globalización es mayor, convivimos personas de diversas costumbres, religiones, pensamientos y el respeto no solo es conveniente, es necesario, porque si no, la convivencia sería imposible. Por eso, tras unas respetuosas Felices Navidades, para mi ahora será el desear a todos unas Felices Pascuas, respetando si alguien me responde Felices Fiestas, y por supuesto deseando que quien me llame irrespetuoso por mi expresión, los Reyes le traigan lo que más les guste.