Recientemente Pixar (Disney) ha estrenado una nueva película. Como todas las de Pixar, inicialmente se presenta como un filme de dibujos, y tendemos a presuponer una argumentación fácil e infantil. Pero nada más lejos de la realidad. Pixar lleva años regalándonos películas de dibujos con una argumentación superficial para niños, y mucha reflexión profunda para adultos.
Hoy me refiero a esas que hablan sobre la infancia y la adolescencia como etapas principales en la vida del ser humano: Del revés (Inside Out) (2015); y Del revés 2 (Inside Out 2) (2024).
DEL REVÉS (INSIDE OUT) (2015). Una niñita de nombre Riley debe abandonar por razones familiares Minnesota, su hogar, sus amigos y los paisajes en los que se crio. Su padre ha conseguido un nuevo empleo en San Francisco, pero Riley se conduce por sus emociones. Estas emociones se representan por muñecos que son: Alegría, Asco, Tristeza –de color azul por el doble significado en inglés de blue-, Ira y Miedo.
No sin esfuerzo, Riley intenta adaptarse a su nueva casa aun sin muebles, a la escuela y los nuevos compañeritos, y a una ciudad que no conoce.
En otro plano, una especie de desconcierto tomará aposento en los Cuarteles Generales de las emociones de la niña. Hay dos emociones básicas representadas por sendos personajes, la Alegría y la Tristeza. La Alegría se esfuerza por mantener a raya al resto de emociones, para que impere una actitud positiva y la niña pueda mantener su estabilidad y la armonía con sus padres.
Es interesante ver en la película algo vital y cierto, que, para un niño, tan importantes es la alegría como la tristeza. Como dice su director Pete Docter: “La implicación en ayudar a Alegría y a Tristeza me parece fundamental para entender la mejor parte del ser humano”.
El director Docter y el (co) director Ronaldo Del Carmen cuentan una historia sutil, instructiva y muy interesante. Cuentan con un sensacional guion de Michael Arndt, basado en la historia de Docter, Inside Out. Genial música de Michael Giacchino, y gran trabajo de animación.
Aunque trate de Psicología, algo complejo, sin embargo, la película es didáctica en la información que transmite. Además, cuenta una entrañable historia que gusta mucho. Su sentido visual deslumbra, su humor se contagia, su ternura conmueve y su profundo conocimiento de lo que le ocurre a la gente en su psique es muy interesante.
Película que nos enseña psicología a base de dibujos excelentes, de cómo los niños son tan receptivos a sus experiencias con el entorno. Los niños, esos “seres bajitos” “construyen” una concepción del mundo en su interacción con los objetos físicos y las personas. O sea, los niños no reproducen, sino que crean su propia visión de la realidad.
Los niños con sus recuerdos y contenidos psíquicos cargados de emociones y afectos; con esa memoria de episodios, unos mejores y otros peores, con sus conflictos y complejos. Todo ello va a encauzar sus conductas y su vínculo con padres y amiguitos. Jonás Rivera, el productor dijo: “Las emociones tienen un trabajo y un propósito. No podemos acallarlas. E investigamos en el interior de cada sentimiento para construir su reflejo como personajes, que el público entienda su importancia”.
Niños que, como dice Neruda, “quieren ser mariposa o manzana” en su exuberante fantasía. Ese niño, como dice Hölderling que “es un ser divino hasta que se disfraza con los colores de camaleón del adulto”. Niño “huyendo como un agua fresquísima / del manantial cegado de los días” (García Baena).
Los niños, su mundo mágico de sueños e ilusiones, para los que Miguel Hernández decía, en referencia a su hijo: “Nunca despiertes. (…) Ríete siempre”. El niño de Gabriela Mistral: “… más travieso que el río / y más suave que la loma”. La película retrata todo esto.
Además, la labor crucial de los padres en la crianza y educación, pues los niños “cargan con nuestros dioses y nuestro idioma, / nuestros rencores y nuestro porvenir” (Serrat); o como dice Antonio Machado: “En los labios niños, / las canciones llevan / confusa la historia / y clara la pena”.
El mundo psicológico del niño con amores, rabietas, tristezas, repugnancias, miedos y alegrías. Escribe el poeta Joan Margrit de su hijita: “La abrazas y le hablas en voz baja / y, mientras, la acaricias”. Y también el mundo inconsciente, el necesario olvido: “¡Cuán lejos estamos de los infantiles / sueños de gloria, de dicha y placer. / ¡Cuán lejos está aquella niña / con quien nunca solos pudimos hablar” (Baldomero Ugarte).
Pero además de poesía hay centenares de tratados e investigaciones sobre Psicología infantil. Y Docter nos lo sirve fresquito y muy ingenioso en esta obra donde el mundo infantil es un juego de espejos a un lado y el otro de la pantalla (y de la mente). Y por la pantalla (y la mente) entendemos el límite exacto. De un lado, lo que se ve (lo real); del otro, lo que se siente (lo imaginado).
No creo arriesgado afirmar que Docter reformula las reglas de la animación con esta película en que los mundos se duplican con la mirada de cada espectador, los personajes se convierten en conceptos o los sueños cobran vida en la mente de la protagonista como si fuera otra película rodada a tal efecto. Un filme casi perfecto, que derrocha imaginación y derriba los tópicos del cine de animación.
Termino con estos versos de María Alonso Santamaría: “Soy sólo un niño / Si me gritas, / me haces sordo. / Si me callas, / me haces mudo. / Si me ignoras, / invisible. (…) Edúcame con cariño. / Necesito tus abrazos, / tus caricias y tus mimos. / ¡Quiéreme, soy sólo un niño!”
Tráiler aquí:
DEL REVÉS 2 (ISIDE OUT 2) (2024). Secuela de “Inside Out”, esta parte nos lleva a la adolescencia de Riley y el Cuartel General sufre una repentina reforma para hacerle hueco a nuevas emociones. A Alegría, Tristeza, Ira, Miedo y Asco, con años de gestión, no saben muy bien qué sentir cuando aparece Ansiedad, Vergüenza y Pereza, emociones de esta edad llamada “edad del pavo”.
Está dirigida por Kelsey Mann, con guion de Meg LeFauve y Dave Holstein y los expertos de la animación de Pixar.
En la entrega anterior Riley tenía 12 años y se había adaptado a su nueva vida lidiando con muchas emociones. Pero ahora cumple 13, o sea, se convierte en ¡UNA ADOLESCENTE! Y ahora ocurren cosas nuevas, muy nuevas, incluso alarmantes.
De nuevo vemos a los dulces padres de la niña en la primera fila de su vida, animándola, y Riley se divierte pasando tiempo con sus mejores amigas y compañeras del equipo de hockey sobre hielo.
Estos cambios provocan en la Sede de las Emociones un caos masivo, con el grito: “¡PUBERTAD!” Los letreros parpadean y llega un nuevo equipo de Emociones: la Ansiedad de manera principal dibujada cual manojo de nervios andante, con un brote de plumas de cabello naranja y una cara que es todo ojos saltones, cejas que se contraen en el aire y un tramo alargado de boca dentada.
También llegan el Aburrimiento, la Envidia y, de gran tamaño, la rosada Vergüenza. Incluso recibimos la visita ocasional de la abuela Nostalgia, pero esto aún no toca.
Gracias a un guion nítido, esta Inside Out 2 deja espacio para que cada uno de estos personajes tenga sus momentos, todo en el marco de un fin de semana de tres días en el que Riley ha sido invitada a un campamento de hockey que va a determinar quién formará parte del equipo de la escuela secundaria, liderado por la heroína de Riley, la fabulosa jugadora Valentina “Val” Ortiz.
Ahora la ansiedad será la emoción dominante en el cuartel general, mientras Riley se preocupa hasta volverse frenética y toma una serie de decisiones no muy acertadas. De repente, su sentido de identidad, en el que se dice a sí misma: "Soy una buena persona", "Soy una buena amiga", se ha desconectado.
Pixar consigue retratar muy bien esta edad difícil de la adolescencia en la cual se crea la propia identidad, la mente de Riley es ahora aún más colorida, conflictiva y complicada.
La película no siempre es tan escandalosamente divertida como la primera entrega, porque carece de ese factor sorpresa primario. Sin embargo, está llena de momentos de delicioso descaro.
Sin duda, esta parte segunda marca un regreso creativo triunfal para Pixar, logrando lo que este estudio, en su mejor momento, ha hecho mejor que nadie: encontrar el punto dulce que fusiona la mirada de niños y adultos.