Desde que el Facebook es el Facebook, las alertas de la pérdida de a tradición es un no parar. La Navidad no es lo que era, antes era otra cosa, así como, vamos, lo clásico, pero ahora, vaya tela, es todo lo contrario de aquello que fue los últimos siglos que hay gente que vivieron…
Los Carnavales… peor aún, no solo se ha perdido la esencia, además, ahora se han convertido en una diversión totalmente contraria a lo que siempre fue, con ausencia absoluta de esto y aquello, algunos hasta echan de menos las fiestas típicas… al parecer… ahora la gente se divierte, pero no como antes, porque lo lógico, es divertirse de esa manera que siempre fue.
La Feria es aún peor, porque vaya tela la diferencia entre la feria del ganado y la de ahora, todo está desvirtuado y hasta los trajes son un escándalo, con lo bonita que era la feria de hace quinientos años, cuando era tradicional y así de esa forma.
El verano igualmente se ha perdido, y ahora hay hasta veraneantes, gente que viene a ocupar las playas y a divertirse, no como antes, que era una cosa, así como vamos, pero con calor.
Si nos paramos a pensar un poco, no hay una sola fiesta, evento, temporada o estación que sea del gusto de todos. Todo tiene detractores y amantes, todo puede gustar más o menos. Incluso, si vamos más allá, un mismo evento tiene mil formas de entenderse y vivirse. La única gran diferencia de hoy es el uso de la palabra de forma indiscriminada, respetable, pero que cansa cuando se pierden las formas y se trata de dar lecciones.
El Facebook más que un lugar donde mostrar la opinión, es un foro de denuncia, a veces anónima y cobarde para criticarlo todo, pero con mala uva y grosera. La vida cambia, evoluciona, ni mejor ni peor, simplemente cambia. Los protagonistas cambian, imponen sus gustos, y alteran la forma, jamás la esencia del hecho en sí. Y la verdad… la única verdad… es que, al fin y al cabo, no hace daño. Ilógico sería que el ser humano ni mutase ni cambiase de gustos.
El gran secreto está en unirse, pasar o adaptarse, y, sobre todo, vivir y dejar vivir, pero entonces la vida sería muy aburrida, el ser humano necesita protestar, lo cual, al fin y al cabo, es otra forma de disfrutar de las fiestas.