En un poema irlandés del siglo VII, se dio una lista de los siete árboles jefe dentro del soto sagrado (roble, avellano, acebo, tejo, fresno, pino y manzano) que fue agregada a la antigua ley en las Tríadas de Irlanda, bajo la cual se exigía, al parecer, la pena de muerte por la tala ilegal de alguno de ellos. Más tarde, esta ley fue sustituida por la multa del pago de una vaca y se aplicó a reyes o jefes, poetas, músicos, herreros, carpinteros y dignatarios eclesiásticos. No se puede imaginar cuántas cabezas rodarían si esta ley se extrapolase a la era actual y más concretamente en ciudades como la nuestra. Y es que si anteriormente hablábamos en esta tribuna “Desde La Pasarela” sobre el montón de adoquines que les han dejado en la puerta a los vecinos de la calle Alquiladores, mientras transcurren las obras del proyecto Ciudad Amable que se está ejecutando en el centro de El Puerto, ahora, lo penúltimo, es la eliminación de unos árboles sin motivo justificado, “porque sí, porque yo lo digo”, en las inmediaciones de la plaza del Castillo. Por mis huevos, oiga.



Lastimosamente, de nuevo un caso de tala indiscriminada en la ciudad a manos de incívicos e irresponsables. ¿Tan complicado es trasplantara otro punto dentro del mismo entorno? ¿Es que no van a necesitar sombra los peatones que circulen por el camino que se está ejecutando? ¿En qué manos estamos con estos gobernantes con nula sensibilidad ambiental? Probablemente no tarden en colocar mesas y sillas de alguna terraza donde antes había verde. Y es que aquí se hace todo al revés por norma. La situación desde hace tiempo viene siendo la siguiente: en un extremo despiadados políticos qu eles importa un huevo de pato el medio ambiente, y en el otro ecologistas que denuncian y que son amenazados por ello. Lo triste es que aquí nadie hace nada, fíjense que en los últimos diez años -y de un plumazo-, se han eliminado cincuenta mil árboles que se dice pronto. Ayuntamiento y Junta con la complicidad de las huestes del cacique que una vez fundara ese engendro llamado IMUCONA “con el propósito de conservar la naturaleza de El Puerto de Santa María y sus aguas” (sic), haciendo de las suyas sin que nadie lo remedie. Nada nuevo bajo el sol.

Ciertamente este pasillo amable está dispuesto a arrasar con todo lo que se encuentre a su camino y seguramente no sea esto lo último porque este “proyecto urbanístico” se está ejecutando a la carrera ya que los plazos apremian consiguiendo ‘in extremis’ allanar el paso a la Patrona y a sus acólitos en algunos tramos. Verdaderamente un milagro es lo que se necesita por estos lares…

Se espera con anhelo conocer cuál será la nueva fisionomía que adquirirán las calles adyacentes al casco bodeguero cuando llegue a su fin esta cosa amable con sus daños colaterales… Lo siguiente-cuando el tiempo dicte una sentencia inapelable, será comprobar si la calidad del pavimento que se está colocando dispone de la garantía adecuada para embellecer el piso, y, sobre todo, para soportar lo que debe soportar algo con tanto tránsito porque como ya ocurrió con la peatonalización del centro el churrete imposible de limpiar es la tónica dominante cuando uno pasea.

Continuará…