Algo raro planea sobre la plaza real. Aparte de la poca afluencia de público, el que asiste ha caído en la apatía y en la frialdad. Tampoco ayuda que los novilleros no lleven esas legiones de partidarios que rivalizaban en los tendidos. Se añoran esos trajes de luces alquilados, gastados de tanto uso. Ya lo decía Justo Ojeda: “los novilleros de hoy parece que van a la ópera”. Se echan en falta esas colleras de novilleros que reventaban las taquillas, como el caso de Galloso y Manzanares, o Litri y Aparicio, paradigmas de la eclosión de las novilladas en la década de los 50. Fueron fenómeno de masas, hasta el punto que en 1950 las novilladas con picadores llegaron a duplicar el número de festejos mayores, y Antonio Ordóñez, líder del escalafón de matadores toreo la mitad de festejos que la pareja Aparicio y Litri. ¡Casi igual que ahora!

Ver anunciadas novilladas con picadores no resulta fácil en estos tiempos. Rara es la plaza en la que se celebran este tipo de festejos exceptuando Madrid, Sevilla o los ciclos específicos como Arnedo. Los altos costes, la voracidad de la hacienda pública y de la seguridad social, y otros factores provocan que los novilleros lo tengan muy complicado para sumar festejos. Aun así, da gusto ver lo bien preparados que están muchos de ellos, como el caso de Manuel Román, quien, a no ser por el fallo con la espada, pudo llevarse más de un trofeo en el esportón sobre todo con el sexto del encierro en una faena de mucho peso, con torería, empaque y sobre todo personalidad. Aunque tuvo enfrente al novillero portuense Víctor Barroso, quien a la postre salió triunfador de la tarde al desorejar al cuarto de la tarde, un buen novillo con el que Barroso tiró de repertorio, variado en todos los tercios y en novillero para arrancarle las orejas y salir por la puerta grande. En el primero puso voluntad, pero al novillo le faltó el punto de bravura suficiente para que el portuense pudiese armar una faena con más peso. Por su parte Manuel Caballero cortó la oreja del quinto y pudo llevarse algo más en su primero, otro buen novillo con el que el torero manchego anduvo bien con el capote y, variado y profundo con la muleta, pero el fallo con los aceros le impidió cortar algún trofeo.



Parece que hay futuro en la fiesta. Y Barroso quiere ser torero, como Román que lo será, y Caballero quien apunta maneras. Lo que no tengo claro es que la fiesta tenga futuro. Los taurinos de una vez por todas se tienen que sentar y debatir. Buscar fórmulas que hagan que el público acuda a las plazas de toros. Fomentar la tauromaquia en los jóvenes. Abaratar el precio de las entradas. Rebelarse ante los políticos para que se rebajen las cargas fiscales y sociales de los festejos. Estudiar bien las fechas y la idiosincrasia de cada pueblo, para evitar que, como lleva sucediendo en El Puerto en los últimos años, se condense todo en dos fines de semana, cuando El Puerto nunca ha sido plaza de feria y sí de temporada. Amortiguar lo que se viene encima, la huida del aficionado de los tendidos, como me temo que pasará esta tarde, con unas 2.000 entradas vendidas, cifra insostenible como para tirar la llave de la plaza y salir corriendo.

FICHA DEL FESTEJO

Novillos de La Cercada. Bien presentados y de juego variado. Menos de un cuarto de plaza.

VÍCTOR BARROSO: (ovación y saludos tras leve petición); (dos orejas).

MANUEL CABALLERO: (ovación y saludos); (oreja).

MANUEL ROMÁN: (ovación y saludos); (vuelta al ruedo tras aviso).