[Lee aquí los capítulos anteriores] El ensordecedor ruido a las dos de la mañana me despertó, y entonces dejó de parecerme una gran celebración animada, divertida y que era beneficiosa.

No entendí porqué a las dos de la mañana tenían que parar bajo mi ventana y comenzar a hacer ruido acelerando, pero sin dirigirse a ningún sitio. No sé la tradición motera de esta ciudad, ni desde cuando es un evento, sin circuito, porque si no estoy equivocado, en esta ciudad no existe un espacio destinado a correr motos.



Soy condescendiente, tolerante, casi todo tiene, para mí, un lado positivo que es digno de mencionar, pero en este caso no lo entiendo. O no lo entendí, porque por la mañana me despertó, de nuevo, la llamada de un paisano, que desde Italia había venido a verme con su moto.

Me explicó que en esta ciudad hay una importante concentración, aunque el circuito esta en Jerez, me explicó que el lleva más de veinte años viniendo. El, ebanista, destina lo que saca de las restauración para su moto y para él, la fabricación es su negocio. Viene como si el mundo se fuese a acabar. Me habla de Sol, Pescadito, Marisco, Vinos… y motos, que de todo lo demás es lo único que no me interesa. Se justifica con que incívicos hay en todos lados, y que con tanta gente es normal que alguno se pase, pero es que son más de dos, y de diez los que se pasan, y si fuera a unas horas normales, bueno, tendría un pase.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

Una publicación compartida de El Puerto Actualidad (@elpuertoactualidad)

Salimos a tomar algo con mis amigos, y me sorprendió el estado de la ciudad, vi las fotos de algo que no pensara que existiera, la concentración en la ribera, pero cuando bajamos a tomar café estaba todo limpio, quizás la única crítica que podría hacer sería el estado lamentable de la ciudad, pero a las diez de la mañana estaban acabando de recoger el desastre que aun quedaba en una esquina del Parque de Calderón.

No sé, prohibir sería un contrasentido, controlar, bueno, no se puede poner en estado de sitio toda la ciudad, pienso que la única misión que sería criticable es la dejadez de las toneladas de basura que dejen estos señores, porque la seguridad es misión de otros.

De todos modos, tengo claro que lo tengo muy fácil, el próximo año estos días aprovechare para ir a otro sitio, a la aldea del Rocío, que aun no la conozco. Aunque me temo, y no creo equivocarme, que el próximo año mi amigo se vendrá a casa. Este año ha venido a visitarme, y como es natural le ofrecí mi casa, y ahora tengo tres motos, con matrícula italiana aparcada en la puerta de casa, y a tres amigos con tres hermosas italianas ocupando todas las habitaciones, y aunque yo estoy feliz, “El Bigotes” está de muy mala leche.