Beltrán Gómez.- Esta semana se cumplen 300 años desde que el agua comenzase a fluir por el actual cauce del río Guadalete. Esta gran obra hídrica configuró y vertebró la bahía de Cádiz y, por supuesto, nuestra ciudad, creando la composición que todos conocemos hoy.

Sin embargo, a lo largo de estos tres siglos, el porvenir de El Puerto nada ha tenido que ver con el recto y ancho cauce que se inauguró en 1722, sino que ha escrito una historia de idas y venidas, con un cauce lleno de meandros en los que los sedimentos de la mala gestión de numerosos gobiernos se iba acumulando a las orillas de nuestro río, haciendo su recorrido cada vez más estrecho y asfixiante para los ciudadanos, que se veían obligados a huir lo más rápido posible hacia otras aguas más pacíficas.

No es fácil arreglar una ciudad que lleva años paralizada y en la que parte de su población sufre de un escepticismo endémico, en parte comprensible por ese devenir al que nos referíamos. Ahora, todo está cambiando. El Puerto se mueve y se transforma gracias a grandes obras que la redefinen como un enclave moderno y atractivo, como la nueva estación de autobuses, el arreglo de la cubierta de Pozos.



Dulces, la modernización de la Avenida de Sanlúcar, el próximo traslado de los juzgados al centro, el arreglo de todas las entradas a la ciudad y, por supuesto, hablando de nuestro río, el nuevo paseo fluvial y las actuaciones previstas en la margen izquierda.

Además, el cambio de mentalidad es también remarcable y decisivo en esta nueva etapa. Las calles se observan cada vez más alegres y no hay mes en el que no haya un gran evento que sirva de excusa para que los portuenses llenemos nuestras plazas y bares. Ya nada se escucha de aquella leyenda negra que rezaba que “El Puerto está muerto”, según la cual la ciudad solo despuntaba durante los meses de verano, animando a los más jóvenes, y no tan jóvenes, a trasladarse a otras ciudades cuando el estío no reinaba en el cielo.

Ahora todo es diferente, y es que gracias a la inversión privada, que no cesa de llegar en los tres últimos años, y al acompañamiento integral por parte del Ayuntamiento, El Puerto se ha convertido en destino de grandes proyectos que generan empleo y riqueza, repercutiendo, innegablemente, en el bienestar de todos.

Por eso hoy, como si de un capricho del destino se tratase, 300 años después de la inauguración del nuevo recorrido de nuestro río Guadalete, excavado a golpe de pala y azada, podemos afirmar que la ciudad de los Cien Palacios ha vuelto a su cauce, pero en esta ocasión a golpe de trabajo e ilusión de un gobierno local que no se detiene ante nada y cuya única brújula es la de mejorar El Puerto día a día.