De unos meses a acá, a El Puerto de Santa María no lo reconoce ni la madre que lo parió. De ciudad de cultura, historia, congresos y turismo a cuna de un "fenómeno" musical llamado latino que vino allende nuestras fronteras y que nadie sabe como vino y por qué. De aquellas Cantigas del Rey Sabio a la Patrona de la ciudad a esa cosa de "dame, dame más gasolina". Brutal.

Y es que los tiempos están cambiando que decía el otro, parafraseando a Bob Dylan, diremos que “los tiempos están cambiando y el presente ahora será el pasado después”, pero entender de dónde y cómo ha surgido este "chollo" latino es harto difícil para el portuense de a pie, o a ver cómo le explica usted a un vecino de la calle Cruces quien es, por ejemplo, Mike Towers, o lo que es lo mismo Miguel Torres. Indudablemente es la música del momento, de ahora, pero, ¿es lo que pide la gente o es impuesta?

Sea como fuere el éxito de afluencia es innegable y hay quienes se lo están llevando calentito porque se lo ha puesto a huevo tener amistades 'importantes', no obstante no vamos a abrir aquí el debate si este es el modelo turístico que necesita El Puerto o si a la organización le ha venido grande la cosa, lo realmente palpable es la brecha abierta en la ciudad entre quienes afirman que estos espectáculos traen beneficios económicos y quienes opinan que solo es ruido, desmadre e incivismo.



Por pasos. Que se sepa, la ocupación hotelera sigue por los suelos y el único beneficiado termina resultando el Mercadona del barrio que sirve de botellas a los asistentes, en lo referente al desparrame de decibelios hay quienes afirman que han llegado a tener en su dormitorio al mismísimo David Guetta, el mesías venido de Francia para salvar nuestras almas durante noventa minutos.

La gente está "amargá" y todo lo crítica dice fulanito en el "feisbu", mientras menganito manda a toda ese clímax musical a la casa del alcalde de madrugada a ver qué tal le parece la fiesta. La genuína dicotomía portuense de toda la vida cuando se intenta abordar un concepto o situación.

Tampoco desde estas líneas es necesario intentar recordar a las leyendas del rock ni compararlas con lo que suena hoy día, pero mientras aquí tenemos tres días de ritmos latinos con sus letras tan profundas, muy cerca tienen otra cosa muy distinta. ¿Es que nos hemos convertido de pronto en el centro neurálgico del “perreo” en la Bahía?

La realidad es que a este latinweek -para lo que hemos quedado, brother-, va a durar hasta cuando "ellos" quieran, con sus pros y sus contras, y con sus grandes empresarios a los que muchos medios dan bombo y que disponen de una legión de palmeros porque originan fuente de riqueza pero para sí mismos.