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Hay diversidad de películas con personajes minusválidos físicos o psicológicos. Hoy quiero recordar tres títulos de gran éxito. El primero es un estreno francés basado en una historia real: Mentes maravillosas (2022), de L. Campan; la celebérrima Rain Man (1988), de B. Levinson; y la popular: Intocable (2011), de Toledano y Nakache.

 

MENTES MARAVILLOSAS (2022). Historia de una auténtica amistad. Entre la autobiografía y los libros de autoayuda está lograda esta cinta donde Louis Campan dirige y gestiona una empresa de pompas fúnebres. Es un hombre divorciado y solitario que vive dedicado por entero a su trabajo.

Un día se cruza con Igor (Jollien) con motivo de un pequeño accidente, un personaje singular, un espíritu sutil y cultivado en el cuerpo de un paralítico cerebral, enfermedad que afecta a la motricidad, no a lo intelectual.

Igor, además de repartir verduras ecológicas, trabajo con el que se siente feliz, tiene una inteligencia fuera de lo común que cita igual a Sócrates, Nietzsche o a Spinoza, entre muchos pensadores más que lee asiduamente.

Por una travesura de Igor, ambos emprenden un viaje en el coche fúnebre de la empresa para transportar el cuerpo de la difunta Madeleine, al lugar donde debe ser enterrada. El recorrido se verá salpicado de anécdotas: el encuentro con una autoestopista en despedida de soltera, una comprensiva prostituta y un funeral con un sorprendente giro de guion final. La cosa es que ambos personajes irán conquistando la libertad y aprendiendo a amar la vida, liberándose de prejuicios y ataduras. Acabarán siendo grandes amigos.

Este filme consigue que pasemos de la sonrisa a la emoción. El título original en francés, Presque (“casi”), proporciona pistas, pues uno de los protagonistas es “casi” normal. 

En inglés, este tipo de películas se conocen con el nombre de feelgood movies, siendo como en este caso, un cine con buen humor, buen rollo, reconfortante, agradable, que incita a la felicidad con una visión positiva de la vida.

Está bien protagonizado, dirigido y escrito por Bernard Campan y Alexandre Jollien basándose libremente en su auténtica relación de amistad. Una historia en la cual, enternece el contraste entre las barreras mentales que atenazan a Louis, que encerrado en sí mismo, se niega a aceptar su soledad, y el buen ánimo con el que Igor, que es consciente de su situación, se enfrenta a sus limitaciones.

De cómo surgió la idea de hacer una película inspirada en su propia amistad, Alexandre declaró durante su visita al festival de Málaga (donde ganaron la Biznaga de Plata Premio del Público): «La base del guion es nuestra amistad (…) “Nuestra relación está basada en el progreso interior. Había que encontrar una historia y unos personajes que dieran forma a esas ideas».

Bernard Campan le vio en televisión hace veinte años y quedó fascinado por su discurso y capacidad de comunicación. Se hicieron amigos. «Me conmovió profundamente escucharlo; hablaba de una filosofía de vida orientada al interior, al arte de vivir. Moví cielo y tierra para encontrar su teléfono y me puse en contacto con él», contó Campan en Málaga.

Como dato de interés, Alexandre Jollien, es natural de Suiza (1975) y sufrió en el parto una atetosis que le provocó discapacidad neuromotora. De pequeño, sus padres creyeron que lo mejor para él era internarlo en una Centro de educación especial, donde vivió hasta la adolescencia. De ello da cuenta la cinta.

Un amigo cura le animó de jovencito a superar sus dificultades con la ayuda de lecturas filosóficas. Con el tiempo, se convirtió en un escritor y divulgador con éxitos de ventas como El oficio de ser hombre y El filósofo desnudo.

Actualmente es un escritor y filósofo, licenciado por la Universidad de Friburgo, que fue galardonado por la Academia Francesa con el premio Mottart de ayuda a la creación literaria y el premio Motyon de literatura y filosofía. Elogio de la debilidad, fue su primera obra.

Jollien y Campan no intentan ponerse estupendos en las distintas secuencias de la película, más bien transmiten con sencillez su reconfortante mensaje. Su historia es la suya y pese a que es imposible no enhebrar referencias, aciertan con algunos quiebros elegantes cuando la trama parecía abocada a lo frívolo. Podría decirse incluso que la obra tiene un valor terapéutico.

La película aborda los prejuicios, la mirada del otro, toca temas sensibles y lo hace de una manera profundamente transparente, sin imposturas, sin condescendencia, en tono afable y directo que no ofende ni trivializa.

Publicada en revista de cine ENCADENADOS.

 

RAIN MAN (1988). Charlie Babbitt (Tom Cruise), un joven vividor que trabaja en una empresa de venta de automóviles recibe la noticia del fallecimiento de su padre y acude al funeral donde el abogado le da a conocer el testamento paterno, donde le deja un Buick descapotable y sus rosales.

El resto de la herencia, o sea el dinero, se lo deja a Raymond Babbitt (Dustin Hoffman) su hermano mayor -a quien no conocía -, que es autista y ha vivido en un centro especializado.

Entonces Charlie se lleva consigo a Raymond, a fin de reclamar la mitad de la herencia. En un primer momento Charlie se mueve por ambición. Pero en la película, ambos hermanos viajarán a lo largo de los EE. UU. Al principio Charlie está incómodo con el extravagante comportamiento de su hermano, pero con el tiempo aprenderá a conocerlo y a quererlo.

A la excelente dirección de Barry Levinson se une un magnífico guion, una gran fotografía de John Seale, una bella música de Hans Zimmer que encuadra la historia de forma espléndida, y las enormes interpretaciones de Cruise y Hoffman. Con estos mimbres se teje un filme donde la acción se entremezcla con la ternura, la diversión y la agudeza.

Kim Peek fue la inspiración para el personaje interpretado por Hoffman, un personaje real nacido en Salt Lake City (EE. UU.) en 1951 con macrocefalia y un grave daño en el cerebelo. En realidad, este sujeto que inspiró a Levinson y que poseía gran capacidad de memoria, no era autista, tenía el llamado síndrome Opitz-Kaveggia, identificado por primera vez en 1974. De modo que el autista que describe el filme está basado en un caso diferente al autismo. Lo digo para que sepamos los truquitos hollywoodienses. De hecho, Raymond no se parece mucho a un autista.

Hoffman hace un monumental papel (un poquito histriónico); sus primeros planos, sus gestos, su manera de moverse y los tics del personaje interesan y conmueven por igual. No hay más que recordar la escena del juego de naipes en el Casino de las Vegas. Raymond puede recordar todas las cartas que van saliendo en la mesa de juego y calcular la probabilidad de que salga la carta necesaria para ganar al blackjack y romper la banca. Una escena que impacta, más que convence.

La película es una especie de road movie en la que dos hermanos que se desconocían recorren un largo viaje físico y espiritual que tiene sus beneficios para ambos y una enseñanza importante para el espectador.

Un hito de la cinematografía moderna. Si no la has visto te la recomiendo, creo que es una de esas películas que debe ser vista por cualquiera que tenga algo de sensibilidad.

El filme se adentra e indaga el mundo del autismo y lo hace con decisión, pero también desde una visión optimista, con trazos de drama y rasgos de comedia, que cuenta la posibilidad de que dos hermanos, dos personas en mundos distintos, puedan tener su vía de afecto e incluso una forma de comunicación, algo muy difícil con una persona autista.

Ya lo dice en esa obra máxima de la literatura gauchesca del poeta argentino José Hernández (1834-1886) en su Martín FierroLos hermanos sean unidos / Porque esa es la ley primera / Tengan unión verdadera / En cualquier tiempo que sea, / Porque, si entre ellos pelean, / Los devoran los de ajuera.

Publicada en revista de cine ENCADENADOS.

 

INTOCABLE (2011). Argumento basado en una historia real. Philippe (François Cluzet) es un aristócrata millonario que se ha quedado tetrapléjico a causa de un accidente. Contrata para que lo ayude a Driss (Omar Sy), un inmigrante recién salido de la cárcel. Inicialmente no parece la persona más indicada, pero ambos acabarán logrando convivir. La elocuencia y la hilaridad, los trajes de etiqueta y el chándal, son la tónica del filme.

Dos mundos diferentes que acaban por forjar una amistad disparatada, divertida y sólida, una relación improbable pero veraz entre esas dos personas. Una comedia para reír a gusto.

 

 

Los Eric Toledano y Olivier Nakache, le dan la forma correcta a la película: rápida, animosa y con chispa. Especie de "road movie" alrededor del sillón de un tetrapléjico y al ritmo rapero (música de Ludovico Einaudi) y porreta de un tipo negro pasota.

Esta corrección en las formas está sazonada con cierta incorrección en los fondos mediante una fusión de malicia y sensatez, de camaradería indecente y pertinente, y un canto a la amistad.

Un gran mérito corresponde a la pareja actores: la chispa de un Sy inspirado y la gracia recia de Cluzet, ambos en sintonía.

Rodada con habilidad, tiene una pizca de cine social asumible que deviene diversión gamberra y desacomplejada. Las claves de la eficacia de esta cinta son una huida de la compasión, una escritura cuidadosa de los personajes (buen guion de Nakache y Toledano) y un extraordinario uso del humor.

Publicada en FilmAffinity.