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No tiene buena prensa el denominado “cine familiar”, uno de los géneros más infamados por la crítica y rechazado por el espectador. Pero cuando aborda el espectro autista (asperger), la cosa se torna, amén de interesante, amena.
Es lo que sucede en las películas que comento: Wolfgang (Extraordinario) (2025), de R. Caldera; y Rain Man (1988), de B. Levinson.
WOLFGANG (EXTRAORDINARIO) (2025). Seguimos en pantalla la historia a Wolfgang, un niño de diez años que tiene un cociente intelectual de 152 y trastorno del espectro autista (síndrome de Asperger). Tiene una mente privilegiada, un enorme talento para el piano y acaba de perder a su madre de manera tremenda.
El niño, va dos cursos por delante en la escuela. Además, como digo, toca muy bien el piano, por eso su madre le puso ese nombre, en homenaje a Mozart.
Tras la muerte de su madre, después de un breve paso por casa de su abuela, el nene va a vivir con su padre, Carles, quien no ha visto nunca a su hijo; la cosa es por deseo expreso de su madre.
El padre hace frente al reto con ganas y con mucha voluntad, pero el pobre trata de ganarse la vida como actor, está siempre pendiente de audiciones y tiene una vida muy desordenada que Wolfgang detesta y lo considera un “bajocien” por su falta de intelecto.
A escondidas, Wolfgang proyecta conseguir el sueño de su vida: entrar en la academia de música Grimaldi de París, donde estudió su madre, y convertirse en un gran pianista.
Dirección y guion
Ruiz Caldera encuentra cierta lírica del trauma por la madre desparecida, personaje sumergido, ida en un misterioso desliz, lo cual cubre el conjunto del filme con de pátina sombría y un halo de misterio, al menos hasta el final.
Una obra con un aura oscura que lo aleja del típico desenfado de familias geniales y divertidas típicas de este subgénero. La película se desenvuelve con un espíritu que se oye latir bajo el tamiz opaco de un imprevisible desarrollo.
Guion de Laia Aguilar, Carmen Marfà, Yago Alonso y Valentina Viso que adaptan la novela homónima de L. Aguilar. En la historia, tras la muerte de su madre, Wolfang debe convivir con su padre biológico, Carles, un hombre que nunca había estado presente en su vida.
Delante nuestra, el proceso de maduración de Carles, un tipo sin problemas aparentes, un actor discreto que aspira a dar el salto al cine, pero que debe contentarse con papeles menores como el de camarero en una serie televisiva; y el hijo asperger, que le viene sorpresivamente.
En lo que al niño concierne es todo un viaje emocional y físico-real. Hay un anhelo materno que ha incorporado Wolfang, que le conduce a París, junto a su padre, donde el virtuoso nene aspira a ingresar en una prestigiosa academia de música.
Reparto y otros aspectos técnicos
Tiene un reparto acertado destacando el niño Jordi Catalán, que sin ser lo más en niños de cine que he conocido, está bastante bien como infante de mirada perdida, frases cortantes, aunque es criticable y poco realista la reducción del pequeño a “niño genio” y brillante pianista. Miki Esparbé está muy bien como el padre que debe gestionar su nueva relación con el hijo, padre “cool”, gracioso, patético y con una crisis existencial de años.
Esparbé y Catalán se complementan bien en pantalla, están bien dirigidos (algo muy importante con niños) y resultan creíbles.
Estupenda ÀngelisGonyalons como la abuela buena que no es clara con el niño, que esconde misterios dolorosos por no herir el alma prístina del infante. Y acompañan Anna Castillo (bien como psicóloga y profesora de piano); Berto Romero y Carlos Cueva, ambos con vis cómica en sus apariciones.
La música es un gran catalizador de las emociones: buen trabajo el de la compositora Clara Peya, que sabe arropar muy bien con su partitura los momentos más íntimos (bien por la inclusión del “Modern Love” de David Bowie). Y estupenda la fotografía de Sergi Vilanova quien, con su cámara y sus filtros, sabe aprehender momentos intensos.
Cerrando
En resumen, Wolfgang (Extraordinario) es una obra que combina elementos de roadmovie, drama familiar y feel-goodmovie, ofreciendo una experiencia cinematográfica que resuena tanto en el plano emocional como en a nivel artístico.
Está por encima de los argumentos y prejuicios a que aludía al principio de estas líneas, lo cual que no es una peli del convencional género familiar, no es simple, ni ñoña, ni falsamente amable, ni tampoco aburre o exaspera y el planteamiento del filme en ningún momento es fantástico o estúpido.
Por el contrario, en la historia hay temas agudos, tremebundos y adversos. Está un niño con un síndrome autista, un padre que ha tenido que acudir a toda prisa a hacerse cargo de un hijo al que la madre había escondido para que no lo conociera.
Cinta en la cual la constelación difícil de la relación entre un padre y un hijo que no se conocían, evoluciona de manera conmovedora, mostrando cómo el genuino amor/afecto y la franqueza por delante, acaban por superar las barreras iniciales.
Revista Encadenados
RAIN MAN (1988). En esta película de conversión y cambio, Charlie Babbitt (Tom Cruise), un joven vividor que trabaja en una empresa importante de venta de automóvilesrecibe la noticia del fallecimiento de su padre. En el funeral, el abogado de su padre le da a conocer el testamento donde le deja un Buick descapotable y sus rosales.
El resto de la herencia, el dinero, se lo deja a Raymond Babbitt (Dustin Hoffman) su hermano mayor, de quien no tenía conocimiento. Raymond es autista y ha vivido en un centro especializado.
La cosa es que Charlie se lleva consigo a su hermano a fin de reclamar la mitad de la herencia. Charlie ansíala fortuna de su difunto padre. En la película, ambos hermanos viajarán a lo largo de los EE. UU. Al principio Charlie se siente con el extravagante comportamiento de su hermano, pero pronto aprenderá a conocerlo y a quererlo.
A la excelente dirección de Barry Levinson (Oscar) se une un magnífico guion original de AKA Ron Bass y Barry Morrow (Oscar), gran fotografía de John Seale, bella música de Hans Zimmer(recuerdo la imagen de los dos hermanos saliendo de la residencia y caminando por la carretera con la música de Zimmer de fondo) y las enormes interpretaciones de Dustin Hoffman (Oscar) y. de Tom Cruise. En los 129 minutos la acción se mezcla con la ternura, la diversión y la agudeza.
Dustin Hoffman hace un magnífico papel como autista de prodigiosa memoria. Sus primeros planos, sus gestos, su manera de moverse y su talante conmueven. Hay una escena en el Casino de las Vegas en la cual Raymond puede recordar todas las cartas que van saliendo y calcular la probabilidad de que salga la carta para ganar al blackjack y romper la banca, lo cual ocurre. Escena que impacta, más que convence.
Especie de peli de familia y“roadmovie” en la que dos hermanos recorren un largo viaje físico y espiritual que tiene beneficios para ambos y una enseñanza importante para el espectador.
Un hito de la cinematografía ochentera, una de esas cintas que debe ser vista por cualquiera que tenga algo de sensibilidad. El filme se adentra e indaga el mundo del autismo, y lo hace con decisión, con una visión optimista y con valor.
Tiene trazos de drama y rasgos de comedia y cuenta la posibilidad de que dos hermanos, al fin dos personas en mundos distintos puedan tener su vía de afecto e incluso algún rudimento de comunicación. Ya lo dice en su poema el gran poeta argentino José Hernández (1834-1886) en su insigne obra “Martín Fierro”: “Los hermanos sean unidos/Porque esa es la ley primera /Tengan unión verdadera /En cualquier tiempo que sea, /Porque, si entre ellos pelean, /Los devoran los de ajuera”.
Kim Peek fue la inspiración para el personaje interpretado por Dustin Hoffman, un personaje real nacido en Salt Lake City (EE. UU.) en 1951 con macrocefalia y un grave daño en el cerebelo. En realidad, este sujeto en el que se inspiró Barry Levinson y que poseía gran capacidad de memoria, no era autista, tenía el llamado síndrome Opitz-Kaveggia, identificado por primera vez en 1974.