Miles de frases salen a raíz de ese simple nombre, cientos y cientos de sentimientos encontrados, de recuerdos, de anhelos y de oraciones. Millones de risas y lágrimas, sentimientos, a cada cual, más dispar, distinto y, sobre todo, real. Porque, jamás nadie la sintió igual que su vecino.
Cerrados los ojos, y frente a ella, se pueden ver como flotan en el ambiente las miles de miradas implorando, pidiendo, o, simplemente, saludándola con la extraña sonrisa de un corazón enamorad.
Rocío, simplemente Rocío, algo tan grande que no son dos años de pandemia, ni traslados, ni salidas. Ni marismas ni pinares, pues es algo tan incomprensible que no existen palabras para definir lo que a cada cual le hace sentir. Y ello, sencillamente, porque Rocío, encierra un misterio que se nos escapa de las manos.
Ante la pregunta, ante la respuesta, frente al desprecio y la crítica, a veces sincera y desde el respeto, un sopor invade hasta las conversaciones, quien intenta defender se queda sin palabras, y solo cabe el leer en su mirada, y el que critica, pierde la lógica y debate con un sin sentido que no sale del juerga y fiesta, sin mayores razonamientos.
Al final, desde un lado u el otro, desde odio al amor más grande, solo hay una respuesta, Rocío es indefinible, es un sentimiento que flota, que emana incluso de la misma tierra poseída por extrañas fuerzas, atrayendo cada corazón hacia donde necesita. Creando un vínculo personalísimo e intrasmisible, propiedad solo de Ella y tú, algo que solo con la mirada se comprende y no se puede explicar.
Rocío, hay mi Rocío, hay tu Rocío, hay su Rocío, porque al fin y al cabo, no existe ese Rocío, ni siquiera para quienes creen permanecer fuera de su entorno, pues la mayor grandeza de Ella es que en posando sus ojos en ti, ya formas parte, a tu manera, de su corazón.