El pasado 28 de mayo, en plena feria portuense, Gregorio Esteban Sánchez Fernández, conocido como Chiquito de la Calzada, habría cumplido 90 años. Nació en Málaga, en la calle Calzada de la Trinidad, a la que debe su nombre artístico.
A pesar de haber transcurrido casi cinco años desde su fallecimiento, Chiquito sigue siendo querido y recordado por varias generaciones de españoles que admiraron expresiones y frases como “Fistro”, “Te das cuen”, “Cobarde pecador”, “Hasta luego Lucas”, “No puedorrr”, “¡Duodeno sersuá!”, “¡Al ataquerrr!”, “Más peligroso que un tiroteo en un ascensor”, entre otras. Calzada ideó una nueva palabrería, sabiendo hacer humor de nuestra fragilidad corporal y salpicando sus cuentos de referencias al duodeno, al hematoma, las muelas, el cerito sexuá, el fistro de abajo, y así.
Fue descubierto por Tomás Summers, creador del programa Genio y figura que se emitió en Antena 3 entre 1994 y 1995. Entonces Chiquito tenía 62 años. Pero aprovechó el arte de un humor surrealista medido, inacabado a propósito, dando saltitos sobre el escenario a la par que soltaba una retahíla de neologismos nunca escuchados.
Su aparición en TV fue un punto de inflexión que marcó la memoria humorística de nuestra sociedad. Primero provocó cierto estupor, luego todo fue morir de risa. De repente, la gente hablaba como él, en aquel idioma inventado, haciendo grititos o gesticulando cual marioneta.
Falleció nuestro humorista en 2017 de enfermedad y pena. Fue enorme humorista y mejor persona. Con una vida muy trabajada, hijo de la posguerra; como él mismo dijo: "Yo he pasado más hambre que todo el mundo". Fue flamenco, palmero, bailarín, emigrante en Japón, todo para poderse comprar un pisito en su Málaga natal junto a su querida esposa Pepita a la que siempre amó; su muerte en 2012 le afectó en todo sentido.
Lo he querido traer a esta sección porque Chiquito fue intérprete de cine en películas más bien malas, que él solito salvaba de la debacle con su presencia, su estilo y su genialidad. Películas como: Papá Piquillo (1998); Franky Banderas (2003); El oro de Moscú (2003); Spanish Movie (2009); La venganza de Ira Vamp (2010); y actúo en Torrente 5: Operación Eurovegas (2014).
Chiquito me recuerda a Mario Moreno “Cantinflas” (del que Chaplin dijo que era el mejor cómico en la Historia del cine). La cosa es porque en las películas de Cantinflas eran ÉL. El resto era relleno y empalago. Pues bien, las pelis de Chiquito son Él, Él las salva con su gracia y sin ÉL ni se habrían proyectado en los cines.
Como es sabido, De la Calzada, con un estilo innovador y rupturista, destacó sobre sus compañeros, elevando su cine y las emisiones de TV a los máximos niveles de audiencia: un fenómeno de masas.
Gregorio Sánchez se explayaba durante largo tiempo, escenificaba la acción con movimientos que parecían los de un robot, alargaba el relato con todo lujo de detalles. Los finales no eran particularmente graciosos, pero es que la risa estaba en el chiste de principio a fin.
En sus relatos presentaba comparaciones ingeniosas («tengo más nervios que un filete de cinco pesetas»), reforzaba su presentación andando de un lado a otro del escenario, sujetándose las lumbares fingiendo tener dolores. Y el lenguaje incluía distorsiones onomatopéyicas (sonidos raros) e incluso inglés macarrónico.
El humor de Chiquito no es escatológico ni sexual, no es un humor «español» al uso. Es una gracia que nacía de su juguetona inteligencia y muchos guiños surrealistas. Sus chistes eran más bien tirando a malos, pero nadie como él sabía contarlos, no sólo con su palabra, sino con todo su cuerpo.
Fue un maestro de la risa y de la comedia, también destacó por su generosidad, su parte solidaria y humana, participando en muchos eventos y galas benéficas. Siempre promocionando a su patria chica, Málaga, y su querida patria grande, España. Chiquito y su humor, como dijera un letrado, “pertenecían a España entera”.
Su muerte dejó un enorme vacío en el campo de nuestro humor, un humor que ni en su obituario es posible relacionarlo con una época política, ni se puede ver en sus chistes un comentario ideológico.
Como escribió Guillermo Alonso: “El truco maestro de este señor que nació en Málaga, vivió en Japón y se inventaba palabras en inglés, fue crear chistes que nacían y morían en sí mismos, sin ir a ninguna parte”. Por eso Chiquito llegaba a todos sin excepción, su gracia delirante era contagiosa y no entendía de clase social, ni de nivel cultural. Como ha dicho el humorista Medina: "Era un hombre que, desde la sencillez, desde lo más profundo de su inocencia revolucionó a un país (…) era nuestro médico, el que nos quitaba las penas, era risa pura".
Ahora lo imagino apoyado en una nube diciéndonos: “Hasta luego Lucas”; y nos estará llamando desde allá arriba “pecadores de la pradera” o “fistros terrenalers”. La suerte es para los ángeles, potestades o querubines que se estarán carcajeando a todo meter, teniendo allá en lo alto a tan buen personaje. Humanidad y arte en la misma persona.
En esta sección, quería rendirle un pequeño homenaje a este insigne y querido humorista, que también actuó en el cine. Comentaré su primera película: Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera (1996) y Brácula Condemor II (1997), ambas de A. Sáenz de Heredia.
El indio le lanza el humo de la pipa dejándolo grogui, hasta que éste le tira agua con su pistolita y derrite al monumental indio. El pequeñín Chiquito es acosado por una flecha que se clava en un cartel de Wanted con la cara dibujada de Bigote Arrocet.
Esta comedia cuenta las aventuras por el Oeste del conde francés Condemor (Chiquito), junto a Lucas (Arrocet), su criado mejicano, perdidos en un desierto del lejano oeste. Están arruinados y buscan volver a París, que es “donde viven los franceses”. Ambos son muy cobardes, pero no paran de meterse en líos. Sus vidas darán un vuelco cuando conocen a Chico (Naim Thomas), un muchacho que va en busca de su padre.
Condemor es nombrado sheriff en contra de su voluntad y se ve obligado a perseguir al Tuerto (Julio Tejela) y a descubrir el paradero del padre del Chico; también van a localizar El Dorado, donde hay oro a espuertas. Pero el asunto se torna complicado cuando aparece el amor platónico de Condemor, la “Bella Jolly” (Sol Abad), bonita cantante del Saloon que es raptada por el malvado de la historia. Finalmente acabarán convirtiéndose en héroes a su pesar.
Debido a la fama de Chiquito y a esa manía de hacer películas con los famosos, le tocó a nuestro humorista hacer esta peli que fue una de las películas españolas más taquilleras de 1996.
El director de esta cinta, Álvaro Sáenz de Heredia, pasa por ser un director de los malitos de nuestro cine que hacía películas como Policía, 1987; Chechu y familia, 1992; La venganza de Ira Vamp, 2010; y otras similares. Pero no perdió ocasión de dar el pelotazo gracias a Chiquito.
El guion escrito por el mismo Sáenz de Heredia es “horribilis” y graciosete. Música perrillera de Ramón Farran, aunque hay un par de números musicales sin desperdicio. Chiquito rondando a la Jolly es impagable.
Se buscaron localizaciones en Almería para que saliera una especie de “chorizo-western”, con numeritos musicales en la serenata del cómico a su amada. Chiquito canta en un inglés de su cosecha que ni él entiende, claro, pero que es resultón.
Lo película está hecha aprisa y corriendo, los recursos para su realización muestran una producción deplorable. Y un fallo de base: no hay sonido directo, básico para un cómico como Chiquito que hace de la distorsión surreal del lenguaje su arsenal expresivo.
Condemor es el pretexto para que Chiquito se lance a la improvisación total, a sus juegos de incomprensibles palabras, confiando a su arte la tarea de resolver la cinta de Sáenz: Chiquito como núcleo absoluto del filme y tabla de salvación de este.
Sin Chiquito esta película no se habría exhibido y con él saltó a la estratosfera del éxito de recaudación. Podía llevar él solo, una cinta mala. El reparto es ante todo él, a quien acompaña un apropiado Arrocet, la preciosa Sol Abad, acertado Naim Thomas como Chico y Julio Tejela bien.
La película es simpática y una huella del “conde mor”, el más hilarante caminante por los desiertos de Tabernas en Almería.
Publicado en FilmAffinity.
En esta entrega de Sáenz de Heredia, Condemor y Lucas abandonan el Oeste e intentan llegar a Europa en barco, pero en el trayecto se produce un misterioso asesinato: la víctima ha sido mordida en el cuello por un vampiro.
El naufragio de la nave hace que Condemor y Lucas puedan llegar, tiburones por medio, a una isla misteriosa sometida al Señor de Valpurgis, un vampiro sanguinario que confunde a Condemor con el Conde Drácula, y pretende desposarle con la doncella Lucía. Lo que viene a continuación es un encadenamiento de despropósitos propios de un cine, amén de malo, onírico.
Desde luego Sáenz de Heredia nunca ha pretendido ser un director de culto en la comedia, pero supo aprovechar el tirón del genial Chiquito y decidió (y le salió bien) sacarle en películas como esta y otras similares, como he dicho, de gran éxito popular.
Es recomendable por la presencia de Chiquito y para quienes gusten de su humor que, yo creo, son muchos.
Publicado en FilmAffinity.