Ya he escrito en otra entrega anterior sobre el cine iraní y el director Majid Majidi.
Asghar Farhadi es otro cineasta iraní que ha recibido reconocimientos importantes, entre ellos un Globo de Oro y dos Premios Oscar por películas como Nader y Simin, una separación (2011) y El Viajante (2016), de la que luego hablaré.
Farhadi ha sabido llevarse relativamente bien con las autoridades de su país, tan rígidas en algunos aspectos, a diferencia de otros realizadores persas que han sufrido tropiezos con el régimen islámico de Teherán, como Jafar Panahi o Abbas Kiarostami, pasando por todo el clan Makmalbaf.
Las mejores películas de Farhadi
Farhadi estudió teatro y luego cine, antes de trabajar en televisión y como guionista. Suyas son películas como Dancing in the Dust (2003); Beautiful City (2003); Fireworks Wednesday (2004); A propósito de Ellys (2009); o, El pasado (2013); y otras a las que me voy a referir en estas líneas.
Hoy toca: Un héroe (2021); Todos lo saben (2018); y, El viajante (2016).
UN HÉROE (2021). Reciente película del iraní Asghar Farhadi, que mezcla verdad y mentira, bondad y maldad, acierto y yerro: de nuevo una obra moral. Temática que roza incluso a Kaffka, pero que finalmente nos damos cuenta de que estamos en Irán, en una cultura diferente y con códigos distintos a los occidentales.
Farhadi nos cuenta una de esas historias con secreto en la trastienda, casi thriller psicológico y llevada con la claridad de lo cotidiano.
Rahim (Amir Jadidi) es un hombre bueno que ha salido de la cárcel por una deuda impagada, en un permiso de dos días, para ver a su hijo, a su hermana y a su prometida. Pero en esos días sus acciones bondadosas y honestas le acarrearán desastre y maledicencia.
Durante el tal permiso, trata de convencer a su acreedor (Mohsen Tanabandeh) para que retire la reclamación de una parte del pago. Pero recibe una negativa por respuesta.
La cosa es así: su novia encuentra un bolso con monedas de oro. Una vez que va a pagar la deuda que le asfixia con esas monedas, decide devolver el dinero a su propietaria. Esto lo convierte en un héroe, aunque pronto vemos que ese reconocimiento tendrá mal final.
Es una panorámica y un retrato brillante de los agobios de la sociedad iraní, donde todos están pendientes de los demás. Un pobre hombre contra un sistema tan denso como persecutorio y en un callejón sin salida.
Farhadi muestra de nuevo su capacidad para levantar sobre la rutina diaria, una intriga tan agobiante como precisa. Cada pieza de este puzle está pensada y conduce a la siguiente, con un ritmo sostenido y una filmografía con temple.
Obra profunda, humana y sensible, rodada en la ciudad de Shiraz, a pie de calle. El personaje, un hombre atrapado por situaciones adversas que incluso hacen dudar entre lo ético o lo conveniente, lo justo, y las consecuencias y equívocos que ello ocasiona.
El espectador, en un punto, puede llegar a dudar de su propio criterio con relación a lo que ve: dilemas morales para los cuales cada uno debe decidir con buen juicio, una solución.
En este filme nada es blanco ni negro. Una buena acción puede acarrear consecuencias funestas, porque la bondad tiene su propia agenda, y a veces confunde el beneficio propio, con la generosidad hacia la comunidad.
El protagonista Rahim, hombre gafado y endeudado, tras tener en sus manos un tesoro encontrado casualmente, decide devolverlo en favor de su reputación. Esto precipita su camino a la perdición. De “héroe” pasa a villano empujado por el camino del error. Toma decisiones son impulsivas y contradictorias, le dan y le quitan, tanto de forma arbitraria, como dictada por un feroz sistema político, social y religioso.
Rahim es interpretado genialmente por Jadidi, víctima presa de una desesperación disfrazada de sonrisa perenne, un hombre desamparado que teme perder su buen nombre. De héroe del pueblo en radio, TV y otros medios, pasa al linchamiento público. Su acreedor, un prestamista cínico, está muy bien llevado por el actor Tanabandeh.
En suma, cinta que analiza la sociedad iraní, sus miserias y una forma de hacer justicia que intimida.
TODOS LO SABEN (2018). Melodrama-thriller muy interesante de Farhadi con los mimbres del suspense, en una familia del mundo rural español, en la que todos conocen las cosas que ocurren, aunque las callen.
La trama y la acción transcurren en un pueblo, donde todos se conocen, incluso más allá de lo imaginable.
La historia se inicia cuando Laura (Penélope Cruz), se desplaza desde Buenos Aires a su pueblo natal en España para asistir a la boda de su sobrina. La cosa va bien y se avizora una visita breve y feliz. Pero todo se ve seriamente perturbado por acontecimientos inesperados que harán sacudir los cimientos de la familia y adláteres, y agitará a niveles profundos las vidas de los implicados y de los no tan implicados.
Farhadi es de la opinión de que su historia es universal y habría podido ocurrir en Irán, en Italia, y por supuesto en España, donde se desarrolla: “Estoy convencido de que es mucho más lo que une a las culturas que lo que las separa" (Farhadi).
Tanto en su forma de dirigir el filme como en el magnífico guion del propio Farhadi, el relato busca los universales humanos en los más ocultos secretos locales. Hay en la manera farhadiana una forma de aproximarse a la singularidad rural castellana, que sorprende y atrapa.
Su acierto está en la eficaz manera de recrear la visceralidad y el resentimiento. Ese odio tan de pueblo de piedra al sol mesetario. Pues lo que más interesa a Farhadi en la vida y en su arte es descubrir las razones profundas que mueven a las personas.
El reparto es de primera, con actores y actrices en lengua española, con importante proyección internacional. Penélope Cruz, superlativa en uno de los mejores papeles de su carrera; madre desesperada, gravemente dolida, un dolor que traspasa la pantalla; cara limpia, sin maquillaje; mujer desolada que puede perder lo que más ama. Javier Bardem está brillante en el rol de un hombre rudo, un tipo cabal que de manera progresiva se va volviendo cada vez más confuso y atravesado por un padecimiento insufrible. Ricardo Darín es un actor creíble. Eduard Fernández, con enorme registro. Y hablando de mujeres sufrientes, dos actrices interesantes: Elvira Mínguez o Bárbara Lennie, a cual mejor. Inma Cuesta, que alegra el plano inicialmente, para luego pasar a la zozobra propia del thriller. Y un dream team de actores “formidables”.
En este melodrama de infelicidad, aspereza y ternura, Farhadi nos traslada al pasado de los personajes y a las imborrables huellas que ha dejado en quienes lo gustaron o lo padecieron. Con momentos de enorme dolor y quebranto que quedaron encubiertos bajo una “aparente normalidad”. Temores, junto a la necesidad de señalar a los malhechores, de ahondar en sórdidas connivencias.
Farhadi está en todos los detalles de la cinta, en los más pequeños, en los más insospechados. Manejando un lenguaje que expone con enorme potencia y perspicacia, esa mezcla de pensamientos, actitudes o sentimientos que nos habitan.
EL VIAJANTE (2016). Película intensa que deja huella, que va creando una espiral de suspense, humillación y venganza que, cuando acaba el filme, habita tu interior: la película anida en el espectador. Melodrama organizado, mezcla de intriga y thriller, donde los personajes se encuentran atrapados en una confusa red de emociones, sentimientos mezquinos, secretos, y disyuntivas morales.
Farhadi realiza un trabajo de orfebrería, en el que nada sobra ni falta. La trama se desarrolla en un piso donde se escenifican divisiones -hombres vs. mujeres, la tradición vs. lo moderno, la élite cultural vs. el vulgo; lo cual consigue exponer la separación cultural-sexual y deja a la mujer como elemento apenas razonable en una sociedad encastrada en un patriarcado moderno, pero inconmovible.
Emad y Rana deben abandonar precipitadamente su apartamento en pleno centro de Teherán, porque el edificio que habitan corre peligro de derrumbe. Tras recoger sus pertenencias ocupan un piso prestado por un amigo. Pero un incidente relacionado con la anterior inquilina, una mujer libertina, provocará un radical cambio en la feliz pareja.
Ese incidente desencadenará giros argumentales y revelaciones sobre los que el espectador tendrá que reflexionar. El conflicto irá a más, cuestionando el honor masculino. La naturaleza vaporosa de eso que solemos llamar verdad y justicia, crea una atmósfera irrespirable.
El breve reparto se compone de un magnífico Shahab Hoseini en el rol de Emad, el joven esposo que se siente humillado, celoso y proclive a la venganza. Taraneh Alidoosti es Rana, su mujer agredida y ¿violada?, que implora compasión. Estupendo Babak Karimi como amigo y confidente. Y excelente la interpretación de Farid Sajjadi Hosseini, como el autor del delito, en un papel de anciano abrumado por su falta.
La maestría de Farhadi consiste en construir una odisea de furia donde, aparentemente, apenas hay nada. Emad es renuente a investigar los detalles de la agresión, pues teme encontrar respuestas que lo humillen. Y aunque su esposa muestra síntomas de haber sufrido abusos sexuales, el marido prefiere no entrar a fondo y dejar que Rana pase el trance, apenas con su coraje y el silencio por el miedo social del qué dirán.
Farhadi pone una enorme potencia dramática en su certeza de que cada uno de nosotros podemos pasar de la luz a la tiniebla, inopinadamente. Esto sucede con el desmoronamiento de un amor modélico, hasta que la violencia desencaja la armonía del matrimonio entre Amed y Sanam.
En esta película hay dos puestas en escena simultáneas. Una ficticia, que representa la obra de Arthur Miller, “La muerte de un viajante”, donde los protagonistas son los actores principales; y la real, del proceso menguante de un hombre cabal, con un matrimonio consolidado y sólida posición, hasta que sucede el hecho crucial que desata la historia.
Ambas representaciones transcurren de forma paralela y sin rozaduras. Actuaciones con un simbolismo complejo: modernidad o tradicionalismo; vis dramática... Incluyendo un final en el que la mujer del viajante de Miller llora a su esposo yacente, de igual modo que la afligida esposa del hombre mayor acosador llora a su esposo, que ha sufrido un colapso.
Película que mantiene la tensión con su caparazón de «thriller» y su alma de melodrama, que dosifica los giros sentimentales y la intriga, lo cual mantiene alerta al espectador, ávido de ordenar la información inesperada, que termina acomodándose como las fichas de un perfecto rompecabezas. Al finalizar la película, queda otra película: la que cada uno monta en su interior.