Pase lo que pase, le pese a quien le pese, y sobre todo, caiga quien caiga, el respeto hacia lo que sucedió y sucede, nos ha cambiado la vida. Nos hemos vuelto quizás, sensatos, comprometidos. Pensamos mucho en con quien estar y en donde, pero es cierto que el miedo ha pasado.

Quizás, cuando pasen unos meses y nos hayamos extinguido como raza humana por culpa de la pandemia, revolviéndonos en nuestras tumbas, lamentemos que el no haber agachado aún más la cabeza, el no haber puesto el culo aún mas ante quienes gobierna, que no quieren más que lo mejor para nosotros, porque si dejan morir a quienes pagan impuestos, de que van a vivir ellos.



A pesar de ello, y volviendo la vista atrás, cuando nos asustaron hasta el punto de encerrarnos, cuando dejamos de ser nosotros mismos para convertirnos en títeres sin conciencia, sonreímos, mantenemos la prudencia y nos negamos a seguir obedeciendo. Aún así hay muchos, más de los que imaginamos, ridículos sicarios que siguen pululando en las redes, lanzando amenazas de muerte si no usamos mascarillas. Insultando y llamando asesinos a quienes no imponen restricciones, o a quienes simplemente dejan vivir, y organizan eventos.

No sé qué pasará, de momento, adivino no soy, auguro, eso sí, una muerte segura para todo ser humano, algún día, claro, algún día… de momento, y vacunado, deseando ponerme la tercera, quedándome en casa para curarme un resfriado, y usando mascarilla si voy a comprar, me niego a vivir en el miedo, en las sombras de una vida que estos días se ilumina.

Quizás los años de pandemia me enseñaron a ver que la vida es corta, y por eso, a veces, es mucho mejor vivirla que malgastarla. Aprendí que a veces es mejor prevenir que curar, que no se debe salir en invierno en bañador, pero también aprendí que, con pandemia y sin pandemia, con virus y sin virus, el hecho de vivir es un riesgo. Y ahí está la gracia de vivir, pues cada día, el siguiente segundo de vida al vivido, es una incógnita que te puede llenar de sombra o de luz.

Lo bello de vivir es sobre todo saber que nada es para siempre, y todo distinto cada día. Sean prudentes y vivan, y sobre todo, dejen vivir.