Las miradas acostumbradas a ver todo tipo de veleros y yates en Puerto Sherry se sorprenderán ante la presencia de un nuevo invitado con el porte espectacular de los buques del siglo XVIII. Se trata del "Atyla", un barco de madera inspirado en los existentes hace más de tres siglos que ocupa un lugar destacado en el pantalán de espera, junto al restaurante AEstribor, y que se podrá visitar hoy de manera gratuita.  

Desde las 11.00 y hasta las 13.00 horas las personas que lo deseen podrán acceder a la embarcación y conocer cada rincón de la misma, así como la emocionante historia que llevó a su construcción, antes de que mañana domingo parta hacia Tenerife.



Un total de 20 personas, 8 tripulantes y 12 marineros en prácticas de diferentes partes del mundo, viajarán en la embarcación que dejó el pasado mes de abril la ciudad de Bilbao y no volverá a ella hasta octubre.

Por su parte, el edil de Turismo, Curro Martínez, ha destacado la importancia que tiene la vela como atractivo turístico en la ciudad, “desde las competiciones deportivas hasta el atraque de barcos singulares como el que hoy he visitado”, y ha señalado la necesidad de seguir llevando a cabo actividades que permitan desarrollar esta capacidad para ser un pilar fundamental del turismo de la ciudad.

Un barco con alma

El “Atyla”, aunque inspirado en los buques del siglo XVIII, fue construido en los años 80 con técnicas tradicionales entre Soria y Lekeitio. Su historia es la de un sueño, el de Esteban Vicente Jiménez (Soria, 1953), un piragüista profesional con un ambicioso proyecto: construir un gran barco de madera lo suficientemente robusto para navegar alrededor del mundo.

A pesar de la falta de dinero y de vivir a 250 km de la costa más cercana, en 1979 Esteban comenzó a diseñar “Atyla” siguiendo los estándares tradicionales de los carpinteros de ribera. Unos meses y cientos de bocetos después, su diseño original recibió la aprobación del arquitecto naval Dr. Francisco Lasa Etxarri. A partir de ahí comenzó una odisea para su construcción hasta que finalmente se botó en el año 1984 en un emotivo acto en el participó todo el pueblo de Lekeitio.

Un hito que no hizo más que abrir la puerta a nuevas aventuras y dificultades que tuvieron que superar hasta llegar a la actual Fundación Atyla, un proyecto de viajes por el mundo que se financia con las personas que participan  en ellos o alquilando el barco para eventos y festivales.  Los beneficios y donaciones recibidas se destinan a un fondo de becas para que personas con pocos recursos puedan participar en los viajes.