El concejal de la Plaza de Toros de El Puerto de Santa María, Álvaro González, señala que este sábado 5 de junio el coso taurino portuense celebra su 141 aniversario.

Fue un día como hoy pero del año 1880 cuando su ruedo acogió la primera corrida de toros de la ganadería de D. Anastasio Martín, de Sevilla, mano a mano de los toreros Antonio Carmona, el Gordito y Rafael Molina Lagartijo.

Cartel inaugural de una plaza que se convirtió con el paso del tiempo en capital taurina del verano, consolidándose con el paso de los días en uno de los cosos taurinos más importantes de España, con una construcción de estilo neomudéjar con capacidad para 12.000 espectadores, que con tradición y solera sigue erguida como una de las más firmes y arraigadas de la nación. 

Álvaro González explica que es una verdadera obra de arte, que con carácter monumental forma un polígono de 60 lados, construido en ladrillo y piedra, combinándola con hierro fundido en el interior; referencia del mundo de la tauromaquia y de las temporadas taurinas del verano.

Y es que El Puerto siempre tuvo abolengo taurino, ya en el siglo XVIII se celebraban corridas en la Plaza de Las Galeras en plena ribera del Río Guadalete y posteriormente en cosos de madera instalados en el ejido de San Francisco, ubicación en la que hoy se erige majestuosa y con poderío; gracias a una compañía dirigida por Tomás Osborne Böhl de Faber, descendiente de la familia de la ilustre escritora Fernán Caballero; quien, pocos años antes, había creado la gran empresa que lleva su nombre y que tiene, curiosidades del destino, a un toro como símbolo, merced a la composición del portuense y universal Manolo Prieto. 



Una doble corrida en la que Antonio Carmona y Rafael Molina “Lagartijo” lidiaron toros de Anastasio Martín y de Saltillo, con “Bordador” como primer astado para los anales, que iniciaron un camino que han dado continuidad hasta nuestros días los primeros espadas y las ganaderías más prestigiosas. 

Desde su inauguración en 1880, recuerda Álvaro González, todas las figuras de la tauromaquia han pasado por su ruedo, desde Manolete a Dominguín, nadie ha querido renunciar a esta plaza, sabedores de que la posterioridad pasa por triunfar en su albero. 

La arquitectura de sus muros y su ruedo, bien de interés cultural, explica el concejal de Toros de El Puerto, han sido testigos de tantas faenas gloriosas que ensolera, con un carisma que la diferencia y que la hace única con un poder de atracción que el tiempo no detiene y que aún ahora se hace eco de aquella mítica frase que Joselito el Gallo no pudo por menos que pronunciar y que ha quedado inmortalizada en un azulejo situado en el cañón de la entrada principal del coso: “Quien no ha visto toros en El Puerto no sabe lo que es un día de toros”. 

Pocas veces una máxima, enunciada en el transcurso de una tertulia taurina que abordaba en San Sebastián la identidad de las plazas más señeras del país, queda tan enraizada entre quienes la escuchan, de forma que es costumbre que asome, en un momento u otro, cada vez que se hace referencia al coso portuense, como si formara parte de sus piedras centenarias. 



González destaca que son numerosas las fechas que podrían citarse jalonando el devenir triunfal del coso. Una de las más sonadas, sin duda, la del 2 de agosto de 1998, cuando el Rey Juan Carlos inauguraba el palco real, en una tarde inolvidable con Emilio Muñoz, El Litri y El Cordobés lidiando toros de Jandilla. Volvería el 11 de agosto de 2012 para presidir la corrida del bicentenario de las Cortes de Cádiz, demostrando que a la Plaza siempre la adornan los galones de la Corona.  

Considerada una de las más hermosas y coquetas de España por su arquitectura, la Real Plaza de Toros de El Puerto de Santa María es uno de los monumentos más visitados de Andalucía. Guapa sin engalanar, al natural, y bellísima cuando se viste para un día de toros. 

Dos significativas estatuas dan la bienvenida: una ante su Puerta Grande, en honor al toro de lidia, por la que salen los matadores si han ejecutado una buena faena, con alarde de valor y arrojo sobre la arena del ruedo, y otra en la puerta posterior, en recuerdo de Paquirri en plena cambiada a portagayola.  

Disfrutar de una corrida de toros en la Real Plaza de Toros de El Puerto es sentir la magia sobre la arena, bajo la fuerza del sol o el embrujo de la luna, sintiendo el capricho de los vientos marineros, escuchando cuando se tercia los aplausos que pueden convertirse en bulerías al compás de un pasodoble interpretado por la Banda Maestro Dueñas.  

Plaza con solera, referente esencial de la fiesta del toro, del toreo del bueno, de las faenas con duende y los festejos de categoría. 

Plaza que ha vivido tiempos de gloria, de afición y épocas que fueron a menos, pero lo importante es que este verano se prepara para que vuelvan a sonar los clarines, para poner el cartel de no hay billetes y para dar la bienvenida a primeras figuras, aunque sea con menos aforo y mascarilla. 

Una plaza que se prepara para grandes festejos que se celebran antes de entrar en el coso, durante la lidia del toro bravo y en sus aledaños a la salida.  Y que en muy pocas semanas, explica el concejal de Toros, Álvaro González volverá a abrir su Puerta Grande para demostrar que sigue latiendo con fuerza en el corazón taurino.