Desde La Pasarela.- A escasas semanas del comienzo de lo que se prevé la gran afluencia turística de El Puerto en el verano de la post vacunación, la entrada a la ciudad por Pozos Dulces es digna de un pasaje bíblico. Y es que los escombros amontonados del no parking y la incertidumbre que rodea a la obra a dos meses de que se cumpla el plazo para una solución final, hacen pensar que la eternización de semejante chapuza va a cumplir otro año más y ya van nueve. Clama al cielo el paisanaje tan pintoresco que ha adquirido el lugar si se entra por donde se situaba la vela del poeta; del marinero en tierra, con más tierra que nunca.

Lamentablemente, a pesar de lo que se avecina de cara al ocio con Dsokos, Cabarettes y corridas taurinas, el lunar del acceso a la ciudad no lo arregla nadie. Si no pudo el anterior regidor, el actual y a pesar de haber prometido que lo haría, va a ser incapaz también de concluir un proyecto faraónico iniciado allá por 2012. Uno le pasa la patata caliente a otro mientras El Puerto y los portuenses perdemos convirtiéndose así el aparcamiento subterráneo previsto en la ciudad como el mayor fracaso en la historia de quienes deben gobernar con prosperidad esta bendita tierra a la vera del río del olvido. Fíjense que ni siquiera se ha excavado el cajón subterráneo en todo este tiempo, lo único que tenemos es una entrada y una salida y una carretera asfaltada a medio hacer en lo que se suponía la gran “jugada maestra” de Impulsa con el beneplácito del Partido Popular y de los otrora andalucistas. Las retamas y montículos de arena afean una zona asentada en lo que una vez fue un pavimento de 'bolos' (piedras redondas usadas en la antigüedad como lastre en los barcos que datan de los siglos XVI y XVII), unido a la dejadez tan propia de aquí serán la tarjeta de visita para este estío lleno de actividades musicales y con noria parisina.

¿Es éste el reclamo idóneo para atraer a los visitantes para que dejen beneficios y no se marchen a otras partes de la provincia, o todo es una consecuencia del rumbo que ha tomado la ciudad tras media legislatura cumplida repleta de promesas incumplidas? Miren, déjenlo, tápenlo, eliminen el vallado y asfalten el acceso a la ciudad para que se pueda entrar y salir como siempre se hizo. Corran un tupido velo y tráguense el sapo de su impotencia mientras nosotros nos tragaremos la bilis que nos produce la amargura de esta gran tomadura de pelo.  Triste episodio éste sin duda, la historia de cómo una vez unos inútiles nos llenaron las calles de vallas publicitarias con puentes, jardines, parkings y paseos fluviales. El mayor cuento de la lechera portuense jamás vivido.