Jesús Barbadillo Angulo (Tribuna libre).- Las palabras de la Sra. Ministra de Educación Dª Isabel Celaá "No debemos pensar que los hijos pertenecen a sus padres", han causado cierto revuelo en los medios de comunicación. No es intención de quién escribe este artículo defender su gestión, la idoneidad del uso del pin parental o su recientemente propuesta nueva Ley Orgánica de Educación (LOMLOE ), entre otras razones porque aún no me he tomado la molestia de leerla.
Dicha frase tiene su origen en un hermoso libro titulado “El Profeta” de Khalil Gibran, que en apenas dos páginas expresa magistralmente su visión de la paternidad/maternidad y cuya lectura recomiendo.
Por mucho amor, entrega y dedicación que les demos, aunque hayan sido el fruto de una relación amorosa, pasional, transitoria o como quieran denominarla, efectivamente no nos pertenecen. Se trata de la evolución natural de la vida, la naturaleza propia de la existencia, cuidamos y educamos a nuestros hijos, pero no tenemos el derecho de la propiedad sobre ellos; llega el día que surge la rebeldía que se convertirá en el germen de su futuro, de su vida y de sus decisiones, atrás quedaron los tiempos en los que se imponía una profesión determinada a nuestros descendientes o se les obligaba a seguir la tradición familiar.
Respetar la libertad para decidir sobre sus vidas, aceptarlas y apoyarlas es todo un acto de generosidad o ¿Acaso se imaginan a un ave dirigiendo el vuelo de su cría cuando emprenda el vuelo?