Que los tiempos cambian es una realidad, la forma de divertirse, de organizar nuestra vida, de viajar. Todo se muta, y jamás es para peor, porque toda mutación, cambio o alteración, normalmente tiene su nueva instauración, pasando de ser algo pasajero a algo permanente, propio, sustancial a la propia vida, algo que pasa de nuevo a común y habitual.
Los nuevos tiempos nos han enseñado que eso es una realidad. Cosas que antes nos parecían impensables hoy son tan comunes como si formaran parte de nosotros desde toda la vida. Nos habituamos a lo que no imaginamos y vivimos y somos felices, recordando un pasado, lamentando un presente, pero viviendo, cuando dejamos de pensar, igual que antes, igual de felices.
Hoy vuelven a El Puerto los cambios, algunos para quedarse. Hace poco tiempo, relativamente poco tiempo, fumar en el trabajo, en tu mesa de trabajo, mientras resolvías problemas ya fueran mecánicos o intelectuales, era algo no solo habitual, sino necesario. Impensable imaginarnos sin un pitillo en la boca. Salir a tomar algo, cenar, almorzar, y acabar con tabaco era un placer, algo que alargaba las sobremesas, siendo totalmente inimaginable terminar una comida sin disfrutar de un buen o un normal cigarro, hasta el punto de no sentirse satisfecha en caso de no disponer de mercancía.
Hoy, sin embargo, pensar en fumar en el trabajo o después de una comida, disfrutando de la sobremesa en un lugar público ni se nos pasa por la cabeza. Ahora llega el momento de la calle y sin darnos cuenta, jamás volveremos a pasear con un cigarrillo en la boca. Todo ello, va encontrando un límite, y poco a poco este hecho, que no es más que un ejemplo, puede acabar de forma abrupta.
La guerra Civil americana, de forma oficial y popular fue porque los estados del Norte querían abolir la esclavitud, y así ha pasado a la historia, la realidad fue que el Norte presionó tanto al sur, le restringió tantos derechos que estos fueron a la secesión, querían controlar sus vidas y sus derechos, el Norte no lo admitió, ni les dejó, y con la excusa de la esclavitud doblegó a medio país. Nadie iría a la guerra por un cigarillo, pero por un puro… quizás.