Nunca jamás habría sido capaz de pensar que esta situación fatal que estamos viviendo se podría dar más allá del marco argumental de una novela o película mediocre. Situaciones bizarras propias del género humano que a veces, en su incapacidad para discernir entre lo que es bueno y lo que es malo, opta por hacer las cosas de aquella manera como decía el gran Frank Sinatra. Y es que el episodio vivido ayer con motivo de la “desescalada” roza el disparate padre.

De película de Berlanga, oiga. Sainetes a lo Pedro Muñoz Seca. Esos alegres y  numerosos portuenses por ahí dispersos, sobre todo en los aledaños de El Paseo de La Puntilla y otras zonas de esparcimiento de la ciudad, sin mascarillas y sin respeto a la distancia de seguridad entre unos y otros. Ni progresivo ni nada, to’s de golpe. Controlar a 90.000 habitantes para que realicen algo, sea del tipo que sea, escalonadamente y con conciencia no lo consigue aquí ni dios.

Sin entrar en detalles de la baja forma tras cincuenta días ‘encerraos’ que ha originado hasta infartados, deportistas súbitos, michelines turgentes y ese libre albedrío de “vámonos que nos vamos”, parece ser que hay a quienes se les ha secado el cerebro entre los bulos del interné, confinamientos, pánicos, el ocio y lo de salir a aplaudir como focas puntualmente a las ocho de la tarde. El virus, ¿de la conciencia? Hete aquí esta humanidad del siglo XXI, que se creía capaz de superarlo todo, que estaba rendida al hedonismo, a la tecnología y a la inteligencia artificial, la misma que ahora yace escondida y asustada, alejándose hasta de los seres más amados por si son las víctimas o los verdugos. Nada nos hará cambiar. No tenemos remedio.

La pregunta es el después, y en un doble sentido: ¿aprenderemos algo? ¿será todo igual? Yo, que soy optimista, creo que no aprenderemos nada y que todo será igual; la justificación psico-sociológica es fácil: tenemos un mundo casi perfecto, y esto ha sido un accidente, algo puntual, que no tiene por qué repetirse. Y la sociedad seguirá (seguiremos) con lo nuestro, y a lo nuestro. Pasen y vean, es cuestión de esperar unas semanas. El problema es que sí que habría que aprender varias lecciones, algunas urgentes.