Corren tiempos de cólera, tiempos en los que la prudencia, el control, el respeto, y la humildad brillan por su ausencia.
Son tiempos en los que la lengua fácil van acompañados de la falta de lectura. Lo normal es leer por encima un titular, a veces sin poner ni las comas en su sitio, y tras eso, dejarse llevar haciendo el más viral de los comentarios. Cosa así ha ocurrido con el arreglo de las playas de la ciudad.
Resulta evidente que las mismas podrán pisarse cuando su uso se vea autorizado, y dicha orden no está en manos municipales, siendo toda persona que leyera la noticia consciente de ello y de la postura municipal.
También resulta evidente que para poder usarlas deberán estar a punto. Si por casualidad se autorizara el uso tal día como hoy, la reacción sería la más mordaz crítica por la falta de previsión.
El normal curso de los acontecimientos nos hace pensar en la desescalada, que será cuando menos peculiar. Peculiar porque todos tenemos los datos que podemos tener, y ver en la noticia que Madrid reúne los requisitos para comenzar la desescalada, y ni un comentario sobre Andalucía hace que pensar. Y hace pensar que, si la crisis ha sido un total descontrol con idas y venidas, la desescalada puede ser partidista, interesada y caótica. Todo ello nos va conduciendo por una senda peligrosa, una senda en la que quienes han manejado la crisis van ahora a manejar la salida de ella.
La desconfianza es propia al ser humano, cuando en quienes hay que confiar muestran actuaciones dubitativas, la desconfianza puede caer en el pánico.
A la vista de todo ello la vida sigue, las playas siguen donde deben de estar, cargadas de Sol, de aire marino, limpias y acogedoras. Esperemos y confiemos en que poco a poco recuperemos nuestros vientos.