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En las últimas décadas se han rodado sensacionales películas sobre la Mafia, como El Padrino (1972) y El Padrino. Parte II de Francis Ford Coppola; Infiltrados (2006) y Uno de los nuestros (1990) de Martin Scorsese; El precio del poder (1983) de Brian De Palma, etc. Sé que hay muchas más y me limito a nombrar algunas de las mejor valoradas sobre el género... para lo que ahora voy a decir.

Lo que quiero afirmar es que no soy amante de las pelis de Mafia. Pero hete aquí que hace unos días fui a ver, sin mucha convicción, una cinta de estreno y título inequívoco: The Gentleman. Los señores de la mafia (2020) del muy conocido director Guy Ritchie. En esta cinta Rirchie parece haber tomado impulso de aquel cine británico suyo de “Goodfellas", con la genial obra Lock & Stock (1998), película de póker y mafiosos, vibrante, eléctrica, de situaciones disparatadas y banda sonora perfecta; también retoma elementos de aquella “diversión letal”, como calificó Turan a su película de 2000, Snatch: cerdos y diamantes, mezcla de estilo verbal e ingenio visual.

Guy Ritchie vuelve a ese cenagal sucio del hampa y lo hace, como escribe Oti Rodríguez, “con un equipaje lleno de recursos estilísticos, músculo narrativo, sorpresas visuales, ironía lingüística y gran cantidad de material de derribo ético”. Todo eso y más tiene esta cinta de mafia en la que si de algo se puede estar seguro es de que no aburre ni un minuto. Esta peli tan ingeniosa, de la que hablaré ahora más extenso, tiene un relator y protagonista que es nada menos que Hugh Grant. Y resulta que, aplicándome ese método propiamente del psicoanálisis llamado de la “libre asociación”, asocié esta película, con otra de mafiosos y humor que en su momento me divirtió y en la cual trabajaba también el mismo Grant: Mickey ojos azules (1999). De ahí el título de esta entrega: “Mafia que entretiene y Hugh Grant protagonista”, que me sirve para comentar estas dos obras que recomiendo y que son muy entretenidas e incluso divertidas.

THE GENTLEMEN. LOS SEÑORES DE LA MAFIA (2020). La historia se centra en Mickey Pearson (Matthew McConaughey), expatriado estadounidense dueño y señor de la marihuana en Londres, que intenta vender su imperio para retirarse felizmente con su bonita esposa Rosalind (Michelle Dockery).

Esta película de Guy Ritchie es un thriller extravagante y peliagudo sobre este gran capo de la hierba, a la que denominan “la nueva fiebre del oro”, y sus avatares. Tiene pasaporte estadounidense y es dueño de una potencia del cannabis, con la complicidad de las familias más adineradas y aristocráticas inglesas. Ritchie hace gala de unos diálogos ocurrentes, a veces febriles, todo ello en un discurso educado y propiamente de gentleman.

El libreto vertebra una película divertida, con un ritmo trepidante y tan pleno de referencias, gestos y trabalenguas, que por momentos la marihuana deviene pura estimulación anfetamínica. Todo eso y más tiene esta cinta que apuesto, no te va a aburrir. Todo se desarrolla a caballo entre la alta sociedad y los bajos fondos, pero son unos bajos fondos muy pulcros, propiamente de restaurantes de lujo y gastropub de moda.

Tiene la película un narrador que es el carismático y en este caso sembrado Hugh Grant, que interpreta a Fletcher, un atrevido y ambicioso investigador, gay y amante del cine, en pleno disfrute de su verborrea y cinismo, que pretende sacarle la pasta al rey del cotarro. No hay duda que Ritchie abusa del barullo verbal y visual, pero acierta con el ritmo y el tono, junto a un elenco actoral que le sigue el paso entre vertiginoso, sugestivo, cómico y también violento, que no olvida la estela del sketch humorístico.

A la presencia de Grant se une un magnífico y siempre resultón Mathew McConaughey, como Mickey, el Rey, capo distinguido, brutal y a la vez sentimental. Charlie Hunnam se mete en la piel de matón hípster, incondicional de Mickey. Camuflado pero que está muy presente, Colin Farrell es un entrenador de boxeo y maestro de juventud marginal que juega un papel notable. Henry Golding, estupendo como peligroso mafioso oriental. Y Michelle Dockery, la Reina, muy bella y capaz en el rol de la esposa fiel de Mickey. Destacan igualmente en el reparto Eddie Marsan, Jeremy Strong, o Jordan Long, entre otros. Todos hacen gustosa una peli que se ve con sumo gusto, con facilidad y cuya duración se hace incluso corta. Esta nueva comedia de acción de Guy Ritchie, parece restituir al escritor y director británico de 51 años, a ese mundo estilizado de gánsteres de Londres, donde se hizo famoso hace veinte años.

Ciento trece minutos refrescantes, distraídos y trabado hábilmente con un libreto ingenioso. La violencia juega un papel importante, pero tiene de bueno que las acciones más sangrientas o crueles ocurren fuera de la pantalla, lo cual se agradece; evitar el visionado la brutalidad mafiosa al espectador está muy bien, según mi parecer. Y el detalle de que siendo todos pájaros de cuidado, gánsteres, criminales que saben disparar y apuñalar. Sin embargo, entre tanto malo, los más buenos, incluso podríamos decir “los buenos” son, curiosamente, Mickey Pearson y sus adláteres; como señala Mickey a un traficante de heroína y prostitución, mi droga (el cannabis) al menos no mata a nadie.

Esta crítica puede leerse más extensa en la revista de cine Encadenados.

 

MICKEY OJOS AZULES (1999). Película con sus toques de humor y de amor, una cinta con un excelente reparto, con una mención especial a los actores de reparto que son quienes aportan mayor brillantez y alegría.

En la historia, el empleado de una casa de subastas de arte de Manhattan, Michael Felgate (Hugh Grant), está enamorado y desea casarse con la bonita y alegre Gina (Jeanne Tripplehorn). Conoció a esta encantadora profesora hace unos meses y siente que es el momento de conocer a su familia y sellar un compromiso en firme. Pero resulta que Gina es la hija de un mafioso italiano con antecedentes oscuros y un listado de parientes y amigos todos igualmente capos de la “cosa nostra”.

Finalmente, el tesón de Michael hace que pueda introducirse en la familia, pero ese empeño le hace verse involuntariamente envuelto en los dudosos asuntos de la "familia". El gran amor que Michael siente por Gina y su ingenuidad, hacen que casi inadvertidamente, el joven se vaya involucrando en los negocios “sucios” de los mafiosos, donde será conocido como “Mickey Ojos Azules”.

Los derroteros del film se precipitan cuando uno de los gánsteres decide blanquear dinero haciendo que Michael venda en su sala de subastas los cuadros que pinta el psicópata de su hijo, cuadros de cuerpos tiroteados sangrientos y horrorosos, pero que curiosamente empiezan a cotizarse. Todo este sainete acaba llamando la atención de la policía.

El canadiense Kellly Makin, director mayormente dedicado a la TV, hace un trabajo simpático, con un guion que resulta más brillante al principio que al final, pero resultón en general. La música de Basil Poledouris con temas interpretados por Dean Martin, Frank Sinatra, Rosemary Clooney o Louis Prima resulta adecuada para la temática de gánsteres.

Entre los actores tenemos a un Hugh Grant que hace lo que mejor se le da y lo hace de manera simpática y eficiente: sujeto bobón y elegante. Jeanne Tripplehorn es una actriz bonita y vital que sabe transmitir su entusiasmo al espectador, animando el filme con su presencia. El gran James Caan de los años setenta, ahora mayor pero de muy muy buena pinta, cumple sobradamente; su presencia es todo un valor en sí misma; Cann, lo recuerdo, fue uno de los astros más cotizados del Hollywood setentero. Acompañan unos secundarios de lujo como Burt Youg, James Fox y Joe Viterelli, que interpretan magistralmente el arquetipo del mafioso, los capos de siempre, con sus tópicos, modales, tics, frases y métodos; muy divertidos.

Es una película sencilla, con gags y toques de comicidad para reír cándidamente con la presencia del estirado pero resultón Grant en su papel de pijo aristocrático. Con esta película uno puede sentir cierta agradable sensación al reencontrarse con viejos actores con buena onda y diálogos ocurrentes. Es un producto comercial que gusta al público en general que va al cine a pasar un buen rato; cine de distracción (“distracted cinema”). Kelly Makin vuelve a resucitar profesionalmente personajes como los mafiosos de antaño y las pasadas comedias sesenteras.

Así pues, cinta vodevilesca que tiene margen para refrescantes divagaciones; Grant zarandeado por mafiosos italoamericanos; juegos intraducibles entre la lengua británica y el slang o registro coloquial usado por los estadounidenses. Y para que no falte de nada, una tendencia actual según la cual, los bromistas o graciosos son gente de la tercera edad: la abuela de la subasta, la vecina entrometida, el maratón de vejestorios, los gánsteres ya abuelos, etc. Película amable y amena, humor blanco que deja buen sabor de boca, a pesar de ser sobre mafiosos.