El Puerto ya no es rockero, tampoco lo es alternativo y quizás tampoco lo sea de los “Siempre Así”, en verdad es latino y le gusta perrear. A ella le gusta la gasolina y tal… Y es que por estos lares siempre se ha sido muy musical desde aquella época dorada cuando durante los años 80 actuaron los míticos Triana e incluso Miguel Ríos en el desaparecido Cine Florida; posteriormente fueron artistas como Julio Iglesias o Miguel Bosé quienes animaron las noches portuenses. Actualmente no somos ni la sombra de los que fuimos en cuanto a eventos musicales de categoría lo que ha originado que se haya perdido peso en la Bahía en ese aspecto y nos hayan superado otras localidades cercanas.
Parafraseando a Bob Dylan, diremos que “los tiempos están cambiando y el presente ahora será el pasado después”. Así es, efectivamente Bob, dentro de unos años, quizás no muchos, nadie recordará esa cosa del “dale, dale, Don, dale pa’ que se muevan las yales pa’ activar los anormales”, pero el mensaje de tus canciones permanecerá por siempre por lo que significaron para toda una generación.
No, no vamos desde estas líneas a recordar a las leyendas del rock ni compararlas con lo que suena hoy día, pero mientras aquí tenemos dos días de ritmos latinos con sus letras tan profundas muy cerca tienen a Jethro Tull o al ex Supertramp Roger Hodgson. Música para carcas, dirán algun@s. La pregunta del millón que se hacen los aficionados es cómo es posible fracasar cuando se trae a leyendas vivas como Iggy Pop a la Ciudad Deportiva y dar el pelotazo con cuarenta y ocho horas de reguetón en las inmediaciones de la playa de La Puntilla con su macrobotellón incluido, ausencia de civismo y el previsible atasco de tráfico por el desborde que esto origina, todo ello aliñado con el interminable ir y venir de sirenas de policía y ambulancias.
La respuesta es muy de Ikea: tenga usted un amigo alcalde o jefe de servicio y monte usted mismo un festival, oiga. Si ya luego esa ‘amistad’ le permite ahorrarse el alquiler del recinto pues negocio redondo. Sí señor, he ahí a los grandes empresarios de El Puerto a los que muchos medios dan bombo y que disponen de una legión de palmeros porque originan fuente de riqueza pero para sí mismos. Carajotes no somos aquí.
Antes de que las hordas de las redes se echen al cuello amparadas por el anonimato, hay que dejar claro desde este medio que estoy a favor de todo lo que sean iniciativas más o menos culturales, nadie está en contra de nada que signifique progreso pero lo que sí nos gustaría es que no existieran favoritismos y se ayude a todos por igual porque los mismos que ahora están también son los responsables en cierta medida de la huida de dos importantes festivales de la ciudad. Del tijeretazo sufrido por el de terror a manos del anterior equipo de gobierno mejor ni hablar, esperemos no sea el tercero en dar la espantá porque de golpes en el pecho y salvapatrias ya estamos hartos.
Sea como fuere, el Puro Latino ya es una realidad y ha venido para quedarse, no obstante habrá que esperar cuál es el balance del evento porque una cosa es el número real de entradas vendidas y otra la afluencia de público a las inmediaciones por el efecto llamada donde puede haber más personas haciendo botellón que dentro disfrutando del espectáculo. Larga vida al latíngüik, brother, pero, oye Pana, hacerlo bien que son tres años más.