Hace tiempo escuche una frase alegando que El Puerto fue siempre muy de carnavales. No lo afirmo ni lo niego, pero la realidad es la vinculación de la ciudad a los carnavales.
Aún recuerdo aquellos tiempos en los que la Final del Falla tenía su sección para los de la provincia, que no competían con los de la localidad. Recuerdo aquellos años de comparsas punteras que tanto influyeron en Cádiz y en El Puerto.
Estoy convencido de que hablar de alguna es olvidarme de otras, hablar de un autor es olvidarme de otros, y así mejor tan solo aquellos años en los que la espontaneidad de la gente, el ansía de vivir carnavales, no era algo organizado.
Realmente, nadie tiene que hacer, organizar o poner medios, ya que este tipo de celebraciones son más un sentir o un deseo de cada cual. Aquellos años del Moderno, y el concurso en el Teatro Municipal ha ido dejando paso a la dejadez, la desidia, acompañada de una menor presencia en la calle.
La eterna discusión de que la ciudad es más de Feria que de Carnaval, o el dicho de que el Carnaval para Cádiz y para El Puerto la Feria, es algo que puede sonar a trasnochado. Todo tiene cabida. El dilema es hasta qué punto se tiene que encargar el municipio de poner los medios… quizás falten tablados en las calles, pero también faltan agrupaciones, quizás no vengan porque no hay tablados en las calles, o quizás la desorganización provoque que nadie quiera venir.
Puede que no vengan porque no hay nada organizado, o simplemente porque se está mejor en otro sitio. Como decía, la fluidez de una fiesta quizás se esté perdiendo, hay demasiados culpables, demasiado reproches y sobre todo, hay muy pocas ganas de tomar la calle. Quizás el esfuerzo de todos, de unas agrupaciones, unas concejalías y de una ciudad, den como fruto que haya muchas ganas de calle, de fiesta y de Carnaval. Aun así, es tiempo de Carnaval, al menos hasta el Miércoles de Ceniza, y para vivirlo sobran tablaos, sobran organismos oficiales, sobra organización, bastan las ganas de salir a la calle, vivir el Carnaval y soñar…