Cierre de campaña de Vox en El Puerto. / P.P.M.

Cierre de campaña de Vox en El Puerto. / P.P.M.

Víctor Peña González (Tribuna libre).- El señor Figueras ha contestado impecablemente, a mi parecer, al señor Grandes-Melgarejo en el ámbito político, desenmascarando cuáles son las motivaciones y objetivos que impulsan a una organización como Vox que, no olvidemos, lleva propuestas que rozan la anticonstitucionalidad en su programa de 100 puntos. No solo ello, el peligro que supone Vox para nuestra democracia es real, no ya aparándonos en la nostalgia de regímenes anteriores, sino en su asociación internacional con organizaciones ultraderechistas que se enmarcan en ese nuevo populismo que Steve Bannon trata de agrupar en torno a “TheMovement”, y que propondrá una candidatura única para las elecciones europeas para reventar el proyecto de integración europea. ¿Ingresará Vox en esa alianza, en la cual ya ha tenido contactos (Bannon, Le Pen, Wilders…)?

Por otra parte, me gustaría responder a las cuestiones “históricas” que el señor Grandes-Melgarejo trató en su última opinión. En mi calidad de historiador me atengo al consejo del filósofo Jesús Mosterín: los debates deben servir para encontrar la verdad. Es innegable, por tanto, hablar de apoyo fascista al bando sublevado durante la guerra civil; todo ello ha sido ampliamente estudiado y demostrado sin ambages por Ángel Viñas. El carácter fascista de la dictadura franquista está fuera de toda duda, al menos durante un primer período, en el que el ministro Serrano Suñer coqueteaba con los nazis y dirigía a los falangistas a la guerra a través de la División Azul y forzando a Franco a alinearse con el Eje realizando manifestaciones de apoyo ante la embajada alemana. No solo eso, la propia declaración del dictador en abril de 1939 de construir el Estado totalitario y la sanción de la ONU en diciembre de 1947 acusando a España de estar gobernado por un régimen fascista deja pocas dudas. A ello podríamos sumar inifinidad de documentación, incluidos los cables secretos que la OSS (posteriormente la CIA) se intercambiaban con la embajada norteamericana, por ejemplo.

Sobre el fascismo en el bando sublevado durante la guerra, es innegable que este lo había, al margen de los sectores monárquicos o del Requeté. En 1935 las Juventudes de Acción Popular (JAP), a la sazón, actuando como juventudes de la CEDA, celebraban en El Escorial un mitin en el que los símbolos fascistas comenzaban a brillar, pero no solo eso; las declaraciones en ese acto se dieron en el mismo tono, definiéndose “más fascistas que Falange”. El propio Calvo Sotelo, durante muchos años convertido en símbolo de la derecha (por aquella fecha, ejercía de facto como líder de la CEDA), se manifestó en Cortes el 16 de junio de 1936 apelando al orden y concluyendo así: “me declaro fascista”. Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 se produjo una fuga de militantes de estas JAP hacia Falange, que practicaba el pistolerismo en las calles. ¿Cuántas afiliaciones, oficiales u oficiosas, se produjo tras el Alzamiento? Malefakis fue un pionero al respecto y desde entonces se han sucedido los estudios corroborando que el fascismo estuvo presente en el bando sublevado desde el principio, y que fue un factor importante, sino determinante, en la definición del régimen dictatorial que sucedió al aplastamiento de las esperanzas democráticas en España.

Cuando hablamos de memoria histórica, no se habla de revanchismo, sino de conocer la verdad de nuestra historia y afianzar los fundamentos de los presupuestos democráticos de nuestro país. A estas preguntas y a muchas otras (por ejemplo, la financiación iraní que, a pesar de haber sido tan cacareada contra Podemos, ahora resulta estar detrás de las cuentas de Vox) deberá responder Vox. Descafeinar el componente totalitario, fascista o, si se quiere, sencillamente criminal de una dictadura sufrida durante cuatro décadas por la sociedad española que ha dejado importantes secuelas (por ejemplo, un territorio abonado de cadáveres aún por rescatar, identificar y devolver a sus familiares), solo añade nuevas incógnitas a la ecuación Vox: sus dirigentes (o incluso sus militantes) deberán realizar examen de conciencia y aclararnos cuál es su posición respecto a nuestra democracia.