Joaquín García de Romeu (Tribuna libre).- Considerando que es un medio totalmente valido, el plantear una moción de censura, o una cuestión de confianza, no el algo alarmante, es de suponer que la misma se plantea cuando existe tal descontento en la cámara, que incluso los miembros de una bancada cuestionan a quienes dirigen el país, aunque sean de su propio partido.
Lo vivido en estos días puede ser considerado como un acicate para que quienes gobiernan se pongan las pilas, como un medio de dejar clara una postura, como ejemplo de que la democracia sigue viva y aquellos que se sientan en el congreso se ganan el sueldo. Pero a pesar de ello, la experiencia demuestra que ni una cosa ni otra, ni democracia viva ni respeto, pero ante todo, más farsa teatrera que política. Si uno observa las peleas del Pressing catch que ponen por la tela, es algo muy similar.
Los contendientes de dan una tunda de palo que un ser normal no resistiría, pero que un Sansón o un superhéroe tampoco. Con lo que se dicen a unos se les debería caer la cara de vergüenza, y a los otros también por ser integrantes de un aparato político tan vil y despreciable. Ni todo es tan malo, ni todo tan bueno. Ni unos son tan limpios ni los otros tampoco. Y así las cosas, escuchándoles, uno se pregunta, con que nos quedamos, quién lleva razón, aquel al que acusan de está inmerso en una corrupción descarada en donde cada mañana se levantan pensando en cómo van a joder a los Españoles; o llevan razón aquellos que son acusados de vivir en un país de fantasía que ni siquiera en donde gobiernan son capaces de recrear.
Para quien tenga memoria, hace 20 años fue lo mismo, Hernandez Mancha acuso al gobierno del PSOE de corrupción, las puntas del Iceberg, Matesa, Filesa y otras lindezas, IVA que se repartía como si fueran cromos, acusaciones tan duras que al final a unos les costó la cárcel, y a otros el ser tachados de ridículos, hasta el extremo de desaparecer de la vida política.
Hoy, igual que ayer, hay corrupción, como la que rodea a todo el que gobierna y lo que está por ver es como afectará políticamente al promotor, quien a diferencia de aquel otro personaje si ha podido subir a defender su tesis. El problema está en el latiguillo, coletilla y siempre mismo discurso que plantea, en la firmeza de una afirmación de que su objetivo es derrocar al gobierno, la pregunta en cómo, y en beneficio de quien, ¿de los millones de personas que dieron esa confianza al gobierno? O en el de esos millones, no suficientes que le dieron a él su representación. Ahora surge la duda de que hará ahora, ¿esteremos ante el nuevo Catilina?, será el presidente el nuevo Cicerón. Quién sabe, lo mismo volveremos a escuchar la célebre frase de ¿hasta cuándo abusarás, Iglesias, de nuestra paciencia?, aunque en boca de Rajoy seguramente sería ¿hasta cuándo será peor la paciencia, mía, tuya, beneficio, paciencia… paciencia la nuestra, gobierno?