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Hoy nos metemos en lo que son las fronteras sexuales y experiencias íntimas en la contemporaneidad. Traemos para ello la trilogía Sex, Love, Dreams, dirigida por Dag Johan Haugerud, que aporta una curiosa visión del capítulo sexual, con aportaciones sutiles y complejas.

Hablaré de las tres películas de D. J. Haugerud: Sex (2024); Love (2024) 2ª parte; y Dreams (Sex Love) (2024) 3ª Parte.

SEX (2024). Dos amigos y compañeros de trabajo como deshollinadores, ambos heterosexuales, se cuentan intimidades. El supervisor (Thorbjorn Harr), sentado en la mesa relata un sueño donde David Bowie emana bondad y belleza y le mira como si fuera una mujer.

Cuando su empleado (Jan Gunnar Roise) le cuenta que unos días atrás ha mantenido una relación sexual con un hombre por primera vez en su vida, su supervisor dice que no sabía que era gay; el empleado le dice: "No lo soy".

La cosa es como que ambos empiezan se replantean sus certezas alrededor de su sexualidad, a raíz de estos dos sucesos. Sacar a la luz estos secretos pondrá a prueba su amistad, sus vidas familiares y su propia identidad.

Reparto y otros aspectos técnicos

Película dirigida por el noruego Dag Johan Haugerud, con guion del propio Haugerud y con un buen reparto de Thornbørjn Harr y Jann Gunnar Røise principalmente, acompañados por Siri Forber, Birgitte Larsen o Theo Dhal, entre otros. La música juega un papel importante, con la ondulante banda sonora jazzera de Peder Capjon Kjellsby.

Cecilie Semec, como directora de fotografía, hace uso de planos lentos muy bien llevados, en la observación minuciosa de los personajes, con un brillo permanentemente etéreo.

El problema de la culpa y la conciencia

Resulta que el empleado le cuenta su relación gay a su esposa (Siri Forberg), veinte años de matrimonio, manteniendo que no cree que sea una infidelidad porque no le ha mentido. Ella no lo ve así y no se podrá quitar de la cabeza el suceso, y le manifiesta su preocupación de que pueda ser homosexual.

Punto clave es que el marido admite que le excitó que un hombre le mirara con deseo. Resulta curiosamente conmovedora la idea de que los hombres quieran sentirse deseados, en formas que no se adecuan al molde tipo.

Ella, confundida, acaba por rechazarlo, no le permite tener sexo, incluso decide irse a dormir a otra cama.

El supervisor y su voz cambiada

De otro lado, el supervisor, que canta en un coro, está perplejo pues nota un cambio en su voz, que suena un poco más aguda. La directora del del grupo (Nasrin Khusrawi) le hace sacar la lengua y le ayuda diciéndole que el problema está en su mente y que es fruto del estrés.

No sólo esto, le invita a sacar su lengua, la profesora toma la lengua entre sus manos con una especie de tela, lo cual suena a cosa graciosa, pero los personajes se lo toman muy en serio.

Ocurre también, que, para este personaje, el sueño con David Bowie se hace recurrente y disfruta con la sensación de que lo mire como mujer. Bowie lo mira en el sueño como nunca nadie lo había hecho.

Sobre el ser bisexual y la identidad

Esta cinta deviene especie de psicodrama sexual, por ese discurso con disquisiciones minuciosas y a veces fatigosas sobre el significado del amor, el sexo y la fidelidad. Reflexiones rígidas y argumentos severos sobre la sexualidad.

También se puede decir que son hygge, porque la película nos brinda líneas de diálogo íntimo, de agradable convivencia, con sentimientos satisfactorios.

Pudiera parecer especie de vacuna contra lo que se denomina “masculinidad tóxica”: cuestionar reflexivamente y con sensibilidad, humor y franqueza, el asunto homoséxico.

Ambos varones parecen acoger con agrado una nueva vivencia de vulnerabilidad, de un femenino prexistente y desaprovechado, que no equivale a debilidad, sino a libertad personal.

Pero apunto que la bisexualidad humana, lo femenino y lo masculino en cada ser, está descrita por el psicoanálisis desde hace décadas. Freud, Jung, etc. ya dijeron en cada persona conviven características de ambos sexos, el ánima (lo femenino), el animus (lo masculino), etc.

Incluso Jung afirmó, con la llegada de la vejez, en el hombre, el lado femenino sale a la luz y se comporta más dulce y compasivo; en tanto que en la mujer aflora su oculto lado masculino y se torna más activa y dominante.

Los hijos

El guion de Haugerud expande hábilmente sus pensamientos sobre los roles y expectativas de género al observar a los hijos adolescentes de los dos protagonistas.

El hijo mayor del deshollinador, Hans Petter (Hadrian Jenum Skaaland), se mete en problemas en la escuela por preguntar cuánto ganan los padres de otros estudiantes compañeros.

También se pregunta el joven por qué dos mujeres desconocidas se sintieron libres de pedirle a él y a su padre que cargaran con un refrigerador por ser hombres, y luego apenas les agradecieron.

El hijo del supervisor, Klaus (Theo Dahl), está inseguro acerca de sus notas en todos los ámbitos, temiendo que sus calificaciones mediocres lo lleven a un futuro de estudios y trabajos con escaso nivel. Quiere ser influencer como su novia.

Cerrando

Historia que parece devaneo-romance escandinavo donde los hombres de atreven a experimentar sexual, onírica y psicológicamente su dimensión femenina, sin enfrentarse a prejuicios o suposiciones binarias del mundo exterior, salvando la pareja del subordinado, cuya relación homosexual es vivida con pesar y ambivalencia por su mujer.

Esta discordia doméstica es manejada con madurez, sesgo civilizado en casa y un exceso de racionalizaciones, que son defensa contra la angustia.

La escritura de Haugerud es reflexiva y está plagada de ideas sustanciales, especie de experimento mental. Lo mejor es que la palabra de los personajes se toma al pie de la letra, pero sin juzgar ni valorar cínicamente su comportamiento.

Revista Encadenados

 

LOVE (2024) 2ª parte. La segunda parte de la trilogía dirigida por D. J. Haugerud está de nuevo ambientada en Oslo. Se adentra en las vidas de Marianne, una uróloga de mediana edad, y Tor, un enfermero gay que frecuenta el ferri en busca de encuentros casuales.

Ambos personajes se enfrentan a una profunda desconexión emocional en sus vidas privadas. La película comienza con una cita a ciegas fallida de Marianne, que desemboca en un encuentro fortuito con Tor. A partir de ahí, se establece entre ellos una relación ambigua, marcada por conversaciones íntimas, silencios incómodos y una búsqueda compartida de sentido en un mundo de vínculos efímeros.

Haugerud intenta explorar nuevas formas de intimidad y cuestiona las normas heteronormativas, pero lo hace con una timidez que impide que la película cruce verdaderamente los límites que plantea, la narrativa retrocede justo cuando está a punto de ofrecer algo transgresor.

Uno de los pilares del filme es la interpretación de Andrea Bræin Hovig como Marianne. Su personaje transmite vulnerabilidad y frialdad calculada, especialmente en escenas donde se enfrenta a ciertas contradicciones entre su deseo de libertad y su incomodidad con la cultura del “usar y tirar”. Es mujer seria y reflexiva, "sensata".

Por su parte, Tor, interpretado por Tayo Cittadella Jacobsen, representa una generación que busca conexiones sin compromiso, un tipo de una arrogancia narcisista pero que igualmente cae en el autoengaño y la dependencia emocional.

La película plantea preguntas clave, como si es posible una intimidad sin expectativas; o si estamos condicionados por las normas sociales del amor. Pero la cinta no responde a estas preguntas, más bien se conforma con señalar las tensiones sin resolverlas.

La amiga de Marianne, Heidi, funciona como contrapunto irónico, burlándose de los intentos de la protagonista por romper con lo establecido, lo que parece demostrar que incluso los personajes más progresistas están encorsetados en estructuras tradicionales.

La cinta tiene un tono visual sobrio con una fotografía de Cecile Semec que resalta la frialdad emocional de los espacios urbanos. La música de Peder Kjellsby acompaña con sutileza, sin imponerse, pero reforzando el tono introspectivo del relato.

Película que se atreve a mirar de frente las complejidades del deseo y la intimidad en la contemporaneidad, pero que no termina de lanzarse al vacío. Es una obra que invita a la reflexión y que no sacude tanto como apunta. Pero deja el terreno preparado para la tercera parte de la trilogía.

 

DREAMS (SEX LOVE) (2024) 3ª Parte. Haugerud, cierra con esta última entrega, una visión introspectiva y muy amorosa de esta saga que explora múltiples facetas de la intimidad.

El foco está en Johanne (Ella Øverbye), una adolescente noruega que se enamora de su profesora de francés, y que anota su despertar emocional y sexual en un diario íntimo que termina siendo leído por su madre y su abuela.

A diferencia de las dos entregas anteriores, Dreams se sumerge en el terreno del coming-of-age o "historia de madurez". Lo hace desde una perspectiva literaria y casi poética. La voz en off de Johanne —basada en sus escritos— guía la narración con una cadencia que parece más un relato novelado que cine convencional. Estructura que tiene un efecto hipnótico en el espectador.

Visualmente, Haugerud alterna entre escenas oníricas —como la primera visita de Johanne al apartamento de su profesora— y momentos más cotidianos, como los paseos por el bosque entre la madre y la abuela. Esta dualidad estética refuerza el contraste generacional y emocional entre los personajes.

La película es un canto al primer amor y la fijación obsesiva en una persona con exclusión de todo lo demás; momentos fugaces y únicos que resultan transformadores. Dreams fue galardonada con el Oso de Oro en la Berlinale 2025, lo que prueba su impacto dentro del cine de autor europeo.

Filme que ni escandaliza ni ofrece respuestas sencillas. Es una película sobre el descubrimiento, la escritura como refugio y la posibilidad de amar sin miedo en un entorno que, por una vez, no condena, sino que acompaña.

Tiene un cierre delicado y literario para una trilogía que ha sabido mirar el deseo desde ángulos poco transitados.