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Frederick Forsyth, nacido en Ashford, Inglaterra en 1938, falleció el pasado 9 de junio a los 86 años. Fue uno de los escritores de thrillers más importantes del mundo. Corresponsal en la guerra de Biafra-Nigeria, consternado por lo que vio y utilizando su experiencia como agente de los servicios secretos (MI6), se convirtió en un celebérrimo novelista y periodista.
Es conocido por sus sensacionales novelas de suspense como Los perros de la guerra, 1974; El negociador, 1989, El puño de Dios, 1994; El manipulador, 1992 o El manifiesto negro, 1996; El veterano, 2001; Vengador, 2003; Cobra, 2010; o La lista, 2010.
En 1997 el novelista fue nombrado Comandante de la Orden del Imperio Británico (CBE) y en su palmarés cuenta, entre otros, con el premio Edgar de la Asociación de Escritores de Misterio de América (1971) y con el galardón Cartier Diamond Dagger (2012) de la Asociación de Escritores de Novela Negra.
Amaba España e incluso en Málaga se apuntó a la escuela de toreo, donde practicaba con una estructura que sustituía al toro. Pero tras varias cornadas, tuvo claro que no tendría futuro como matador.
Sirvan estas referencias para recordar la memoria de un escritor que, sobre todo en el pasado siglo, fue muy afamado y leído.
De sus adaptaciones al cine dejó imborrable huella producciones que paso a comentar como: Chacal (1973), de F. Zinnermann; Odessa (1974), de R. Neame; y El cuarto protocolo (1987), de J. Mackenzie.
CHACAL (1973). Película tremendamente emocionante que, además, ha envejecido bien. Un clásico del suspense y un ejemplo de cine magníficamente ejecutado, un metraje construido como un reloj.
El guion de Kenneth Ross (novela F. Forsyth) reúne una increíble variedad de material, y luego Zinnemann lo coreografía para que la historia, a pesar de su complejidad, se desarrolle con una crudeza que recuerda mucho al género documental.
"Chacal" es el nombre en clave de un hombre que puede (o no) ser ciudadano británico, un asesino profesional. Presuntamente mató a Trujillo, de la República Dominicana, en 1961; dos años después, lo contratan un grupo de franceses contra la independencia de Argelia, para asesinar a De Gaulle.
Cobra por ello 500.000 dólares; dice: "Considerando que les estoy entregando Francia, no diría que es caro". Zinnemann, basándose en el éxito de ventas de F. F., cuenta una historia del verano de 1963. Chacal prepara dos disfraces y tres identidades, obtiene un pasaporte legal a nombre de un niño fallecido en 1931 y recurre a expertos para obtener sus materiales.
Un viejo armero fabrica a mano un rifle ligero con silenciador, mira telescópica y balas explosivas de mercurio. Un falsificador proporciona documentos de identidad franceses y un permiso de conducir, este con final inesperado. Es cuando Chacal entra en Francia.
Mientras tanto, el gobierno ya sabe que atentará contra la vida de De Gaulle. El general insiste en que no modificará su agenda pública y que cualquier intento de evitar un magnicidio debe hacerse en secreto. La policía francesa coopera extraoficialmente con las fuerzas policiales de otros países para intentar su captura. Pero ni siquiera saben quién es Chacal.
Ofrece la película ofrece un fascinante registro de la labor de investigación policial, que combina la investigación exhaustiva con la intuición y los medios de antaño.
Pero el asesino es astuto cuando se ve acorralado. Algunos de los mejores momentos de la película llegan después de que descubren su falsa identidad y se divulgan sus fotografías y la descripción de sus coches.
El protagonista seguirá huyendo con gran astucia, con giros emocionantes; esta no es una película sobre un asesino con suerte, sino sobre uno con una inteligencia y un coraje excepcionales.
En su interpretación de Chacal, Edward Fox está superlativo. La película proyecta una personalidad convincente. Chacal tiene encanto y es seductor, está impecablemente arreglado, con capacidad para sintonizar, es de risa fácil y natural, amén de despiadado. Matará si existe una necesidad mínima. La actuación de Fox es crucial para la película y su desempeño es impresionante.
Los demás actores son asimismo excelentes, especialmente Tony Britton como inspector de policía gala y Cyril Cusack, en un breve segmento como el armero. Acompañan Michael Lonsdale, Derek Jakobi o Delphine Seyrig, entre otros.
Los valores técnicos de la película son impecables, incluida la música de Georges Delerue. La película se rodó en toda Europa, principalmente en exteriores, y así queda demostrado por sus interesantes panorámicas. Una producción costosa en la que Zinnemann ha cuidado cada detalle, incluyendo un doble perfecto del general Charles De Gaulle.
Una película que a pesar de su larga duración entretiene en todo momento. No sólo es un clásico del suspense sino una muestra de buen cine.
ODESSA (1974). Hamburgo, 1963, tras el suicidio de un viejo judío, su diario cae en manos de Peter Miller (Voight), un joven periodista freelance. Se trata de un testimonio de los crímenes cometidos por el nazi Eduard Roschmann, comandante del campo de exterminio de Riga (Letonia). Roschmann vive en algún lugar de Hamburgo y Miller está decidido a encontrarlo: él mató a su padre.
Buena película dirigida por Ronald Neame, con guion de Kenneth Ross y George Markstein, basada en la novela homónima de Frederick Forsyth, con el importante peso de su estrella Jon Voight, en pantalla en todo momento.
La película trata sobre una sociedad secreta de antiguos miembros de las SS: ODESSA. Antiguos nazis equipados con nuevas identidades que conspiran para producir cohetes que destruirán Israel, desde Irán.
Voight interpreta a un periodista obsesionado con la búsqueda del sádico criminal de guerra, asesino de su padre. Finalmente se infiltra el Mossad judío, los cuales lo caracterizan para hacerse pasar por un exalumno de las SS e infiltrarse en la organización Odessa.
La película presenta sus argumentos metódica, académica y verdaderamente casi todo es predecible. Voight, brillante, es, no obstante, un actor demasiado reflexivo para un papel de acción, lo cual acota el margen para la variedad de sus capacidades. No tiene mucho que hacer más allá de transmitir preocupación, cansancio y paciencia; rara vez se le permite sonreír.
Maximilian Schell trasciende la banalidad del guion; está muy bien interpretando el astuto superviviente que una vez fue el carnicero del campo de concentración.
Mary Tamm, como la novia de Voight, es un poco insustancial pero pasa el corte; su única función es reprenderlo por vivir peligrosamente o desmayarse cuando lo ve en peligro (como cuando lo empujan en el metro y está a punto de morir). El resto del reparto está bien elegido, como el caso de la gran Maria Schell, como madre del protagonista.
Un argumento sobresaliente de Forsyth y una categoría de producción impresionante hacen que este thriller sea motivo de disfrute para el espectador.
EL CUARTO PROTOCOLO (1987). Las misiones de entrenamiento de bajo nivel de EE. UU. y las Fuerzas Aéreas Británicas siempre se hicieron en favor de la seguridad occidental, pero en los 60 sobre todos, generaban quejas y protestas entre un sector de la ciudadanía, por motivos ideológicos y por padecer sus ruidos.
Son estas quejas, en cierto modo, el tema central de esta cinta. Porque hay numerosas bases militares estadounidenses en suelo británico, incluyendo la de Greenham Common, donde manifestantes antinucleares se manifiestan a cada tanto, como ocurre aquí con Rota.
El cuento versa sobre un plan URSS para introducir de contrabando los componentes de un dispositivo nuclear en Gran Bretaña, ensamblarlo y detonarlo junto a una base estadounidense. La explosión, por su magnitud, haría desaparecer su ubicación, y parecería un accidente americano. Resultado: presión para que los americanos se vayan y una victoria estratégica para los rusos.
El agente ruso central es interpretado por Pierce Brosnan en un estupendo trabajo como hombre oscuro y melancólico con perfecto acento inglés. El único capaz anticiparse su plan y detenerlo es Michael Caine, un oficial de inteligencia británico, que tiene problemas con sus jefes por ser demasiado independiente.
Después de que lo apartaran del caso, acaba abordándolo de otra manera, lo cual que al final encaja las piezas y se da cuenta de lo que traman los soviéticos. A partir de ese punto la película es una carrera contrarreloj y Caine como un lince sobre su presa.
Está basada en la novela homónima de F. Forsyth y deviene magnífico thriller. Las historias tienen estructuras similares: el villano está dibujado el héroe y hay un personaje femenino.
La mujer es una agente de inteligencia rusa interpretada por Joanna Cassidy que es un puntal seguro para cada escena en que sale. Ella ha llegado con las piezas clave que Brosnan necesita para su bomba.
Película que sigue siendo excelente, porque no solo es un thriller, sino que también presta atención a sus personajes y muestra cómo sus acciones son un reflejo de sus personalidades.