Los tiempos cambian que es una barbaridad, y cuanto más cambian, más exigimos. En mis oídos aún resuena aquella alerta de “son las cinco de la tarde”, y los chulos de la zodiac con la camiseta de la cruz roja y su bañador rojo, eran como los vigilantes de la playa, pero con más salero.

La orilla, en aquellos tiempos y al menos en La Puntilla, distaba casi cinco kilómetros de las casetas, para mí era esa distancia, y al llegar, las madres vigilaban a los que aun llevábamos las incomodas sandalias cangrejeras color carne para no pincharnos con las piedras ni quemarnos con la arena. El lejano botiquín atendía más quemaduras y pedradas en la frente que infartos, y si a alguien le pasaba algo gordo, pues nada, caminito de Frontela.

Hoy día, aquellas bizarras playas son modernas, cómodas y salubres, han cambiado, y nosotros también, exigimos un socorrista cada veinte metros, con torretas tipo Miami y camiseta estrecha de los domingos marcando bíceps, no queremos zodiac, queremos una unidad médica naval y otra a pie de playa con UVI móvil, porque al parecer el sol produce infartos y muere gente todos los días por los golpes de calor.

Exigimos presencia policial motorizada en quads y una unidad de las COES para posibles evacuaciones de emergencia ante un más que previsible maremoto. El ocio infantil está prohibido,  y ya no se dice, “niño ve a darle por culo a tu mare con la pelotita”, se exige prohibición y multa, y por supuesto ya no podemos mariscar, para evitar la esquilmación de la fauna marina, así que los niños que se atrevan a coger camarones pueden ser detenidos y fusilados al amanecer.

La insana costumbre de nuestras madres de quitarnos la arena a manotazos, para no manchar el seiscientos, ha sido desterrada, y exigimos duchas, lava pies y dosificadores de gel de coco. Las sandalias cangrejeras ha sido desterradas para siempre, y queremos rampas a pie de orilla, para no quemarnos los piececitos, y sobre todo, retractiles, para que acompañen a la marea. Pero ahí no acaba la cosa, si antes jugábamos a liarnos a algaso limpio, con aquellas algas grandes y verdes con tentáculos, ahora exigimos una playa limpia, sin algas, sin piedras, y, cómo no, con arena drenada libre de restos marinos que puedan pincharnos.

Sí, los tiempos cambian que es una barbaridad, y hemos pasado de playas paradisiacas a playas parapollicas, en donde ni el levante nos perturbe nuestro idílico bienestar.