Lo ocurrido en estos días en TV3 parece no haber dejado a nadie indiferente. Los Rocieros, entre los que me incluyo ofendidos a más no poder, los andaluces ofendidos por cómo se metían con su forma de hablar, y hasta los políticos, opinando.

El tema solo beneficia al mediocre presentador, al que no conocía ni su abuela, que, de la noche a la mañana, ha pasado, con todo el arte, de ser un don nadie, a portada de todos los Facebook conocidos y por conocer. Y es que el ser humano es así.

Hace más de 20 años presencié a un monólogo en el PayPay, donde otra don nadie vestida de la virgen del Rocío, varales incluidos, se tropezaba por todo el escenario con frases como, “hijos de puta dejad de menearme que me tiráis al niño”. Las carcajadas de todos los gaditanos, andaluces y turistas llenaban el local, me levanté y me fui, para cabreo de mis acompañantes que me tacharon de agrio intolerante.



En otra ocasión, en pleno Rocío, un gracioso se llevó las manos a la cara (simulando un rostrillo) y se tiro de la silla, su chiste era, “quien soy”. En esa ocasión nadie se rio, pero una guitarra sonó y se acabaron los chistes.

Respecto al idioma, el deje catalán, y su ascolti, están presente en todos y cada una de las juergas que podamos corrernos, y el que mas y el que menos se ha cachondeado de esa peculiar forma de hablar.

Hoy los ánimos están encrespados, el ambiente político nos lleva a límites que hacía mucho que estaban enterrados, y nos hacen tener la piel más fina y sensible y eso, a un humorista le beneficia.

Una ridícula parodia, sin gracia, pero tirando a matar hace daño, mucho daño, sobre todo a nivel personal. Aun así, no se merecen ni las letras que les dedico, pues semejante chusma solo merece el olvido, no que saquen publicidad a nuestra costa.